Sin necesidad de esforzarme en lo mínimo me dirigí hacia mi rincón de meditación. Esperando complacer mi necesidades de defecar.
Sería bastante inmoral comenzar a relatar una aventura en el inodoro sin la previa recomendación:
No apto para menores de 5 años.
Me encerré en el cuarto azulejado, siempre cuidando que nadie me viera entrar. Una razón mínima para no hacer lo que debía hacer. Vi una abertura en el espejo. Será de 5x5. Miré a través del diminuto agujero. (A continuación palabras relatadas del personaje que vio semejante espectáculo fantasioso):
Un mágico concierto de arboles verdes, altos haciendo barra a su monstruo favorito: un agradable demonio con garras filosas, ojos grandes, profundos, penetrantes, dientes filosos, pelaje del color del gris de un anochecer, proporcionalmente inmenso, siniestro (simpático felino), quien estaba contendiendo con un ogro, el grotesco ser, tenía un ojo en medio de sus dos huecos que supongo son sus oídos, su enorme panza era diez veces más grandes que su calva cabeza, el tamaño del bicho sería más o menos la de un de un elefante (nunca vi un elefante), las garras del Gato (le pondremos Gato, es lo mas similar) alcanzaron la miserable desventaja del ogro, su único ojo. La presa estaba servida; Mi ojo (el único sentido que me conectaba con la fantasía situada al otro lado del baño) me ardía pero igual no podía dejar de presenciar esa fantasía…
¿Fantasía?...
Desperté sentado en el sanitario.
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