Todo esta oscuro y acuoso, estiro mis extremidades y al sentir una membrana que rodea circularmente mi limitado mundo, trato de romperle y salir a ese inmenso océano de figuras y seres abominables.
Nado con mucha torpeza hacia aguas menos profundas, todo lo que me rodea es peligro que acecha entre la oscuridad, mis aletas empiezan un cambio como si buscaran independizarse de ese mundo acuoso y poco tranquilo. La orilla, el final de este mundo es el principio de otro desconocido y poco explorado, mis modificadas aletas me llevan a aquel mundo seco y arenisco; se hace el atardecer y mi sueño me vence a mitad de mi caminar.
A la mañana siguiente, observaba con extremada curiosidad como aquella larga cola se mecía entre mis patas, mi vista era mucho mejor y mi pelaje espeso me ayudaba con las largas noches de vientos fríos; apresure mi camino a lo desconocido, mientras yo mismo me convertía en uno.
Atrás había quedado el viejo mundo acuoso, frente a mi se encontraban los retos y la idea extraña de escuchar una voz desde otro mundo.
Después de tanto caminar y nadar un poco, note que mis garras y fuerza brutal no eran coincidencia, me aferre al árbol mas cercano y lo subí hasta su misma cima, era delicioso sentir su aroma, su follaje, su sabor a frutas, para cuando reaccione me balanceaba de mi cola y pies como manos, supe en ese instante que lograría avanzar mas rápido entre el follaje de aquellos arboles y lanzarme sin sentir miedo al vacio, pero sentía deseos de regresar al firme suelo, de volver a caminar y cazar.
Una vez de vuela al suelo, ingrese a una oscura pero cálida cueva, me recosté a soñar y pensar en aquella voz que guiaba mis pasos; aquella noche aquel mundo acuoso que había dejado hace tanto atrás, envió sus gotas de lluvia a buscarme, pero ya no era tan débil como antes y por lo que no logro arrastrarme tras ella de nuevo, aquella humedad tan refrescante recorría todo mi cuerpo como manos de sensualidad, recorría mis brazos y caía por mi espalda, siguió un camino que no presenciaba detrás de mío, solo al sentir su peso por la humedad que las empapaba, eran grandes alas blancas que parecían ir mas haya de mi natural evolución, mas la lluvia no cesaba y pasaban los días y mas días, me propuse encontrar el propósito para estas alas, y obligado por la inundación de las aguas me encamine a la mas alta de las montañas, y probar el propósito del que me hablaba aquella voz interna y a la vez lejana.
A pesar de estar empapadas, mis alas era fuertes y mi voluntad aún mayor, sentía como me elevaba de aquel mundo llamado tierra, que para el cuarenteavo día se asemejaba mas a mi antiguo mundo acuoso; sentía una paz interior imposible de describir, sentía que era parte de una misión que me acercaba a las blancas sabanas del cielo, volaba mas y mas alto, como atraído por una fuerza superior a todo lo conocido y al llegar al lugar, hay estaba la voz y en su presencia estaba yo, aquel ser insignificante de un mundo oscuro y diminuto, hoy hecho uno de los tantos acompañantes celestiales de la voz perteneciente a mi creador.
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