Ella disfruta seduciendo...
Aunque casual, lo hace lento...
No importa el lugar, ella hace descuento...
Solo tenés que llevar un instrumento...
Entre lienzos,
ella suelta su cabello freszo,
y con uñas, de un rojo violento,
ella te va a hacer tiritar...
Te deja sin piedad sin aliento,
que con ganas ella se hace decear...
Y rodeada de velos,
rotos, por el desconsuelo,
de probar con tanta culpa,
un sabor que tanto le gusta...
Y vacila sin quejarse,
porque acostumbrada a separarse,
entra en ella algo semejante,
a lo que hace un rato dejó...
Después llora al lamentarse,
de que su trabajo no es digno de valorarse,
pero eso de comer le dío...
Son sus muñecas secuelas gigantes
de discretas marcas distantes
de un ayer inconcluso y feroz...
Ella a la que le gusta olvidarse,
y luego vuelve a encontrarse frente a un espejo de dolor...
((una media pervertida jeje, para el que le guste ese tipo de texto :P... lo que yo pienso sobre eso, es que la realidad que viven esas mujeres, aunque no todas lo vean asi, muchas lo hacen solo para poder tener un pedazo de pan en sus mesas...))
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