He decidido desde hoy ser un muerto. Un cadáver ambulante con su estropeada osamenta a modo de luctuosa bandera, regando los gusanos de la descomposición por doquier. Eso me hará sentirme libre, puesto que a un occiso no se le piden explicaciones, por lo tanto, a nadie le deberé nada y nadie tampoco tendrá que darme ninguna excusa. liberaré -por lo tanto- a las AFP de cualquier compromiso conmigo, puesto que al no existir un certificado de defunción ni uno de nacimiento, yo no existo. En el fondo siempre he sido una especie de zombie y me he refocilado con ello, sólo que no me lo había planteado seriamente ni tampoco lo había asumido. Ahora me declaro oficialmente un tipo en rigor mortis que patiperreará por donde se le antoje, regresará a su sarcófago cuando se le dé la real gana, nadie ni nada le incomodará, visitará las casas de sus pocos amigos y les contemplará distante, con el desenfado con que debe hacerlo un fantasma. Nadie me llorará porque me creerán vivo y saludable, craso error: seré el principal embajador de la parca en esta tierra de miserias y oleré su presencia enquistada en esos seres míseros con que nos topamos a diario, personajes odiosos que se creen propietarios de la panacea que les brindará codiciosa vida eterna y que, sin embargo, cavan día a día su propia tumba envenenados de egoísmo y de ambición.
Dormiré en un negro sarcófago con mis brazos huesudos cruzados sobre mi famélico pecho y soñaré con todo lo perecible, pútrido, deleznable, fugaz y efímero de este enorme erial contaminado, oleré con fruición los túmulos de flores descompuestas, sólo comeré fruta agusanada, beberé de las acequias y mi pan cotidiano será la desesperanza más absoluta. Mi vista se agudizará de tal forma que contemplaré a las personas como si las examinara al trasluz de los rayos X. Serán todos esqueletos investidos de cierta vida robótica, las bellas mujeres no lo serán tanto para mis agudos ojos y los obesos ni se soñarán que yo los avizoro en sus profundos huesos. ¡Ah que bella inexistencia es esta que me estoy procurando. La Morgue será mi paseo favorito y recorreré los cementerios buscando sepulturas y sepelios, algo para reconfortar mi alma en pena.
Recuerden, cuando se dirijan a mi, se estarán conectando con los misteriosos corredores del más allá. Si es que alguna vez se vuelven a topar conmigo…
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