Y vos no me llamaste / sabías, vos sabías que estaba solo y no me llamaste / nena, te amo tanto / te necesito más / lalalá / me excitás tanto / y no me llamaste. Está bien, me callo. Pero después no me vengas que por qué ando con cara de orto ni nada de eso, ¿oquéi? Yo cuando estoy contento canto, es así. Me expreso. Yo soy un tipo sensible y eso se me nota en la cara, ¿entendés? Cuando estoy triste se me nota, cuando estoy contento se me nota. No soy como un chino. ¿Ves? Eso es lo que vos necesitás, Marta. ¿Por qué no te casaste con un chino? No te digo con un robot, porque vos de electrónica no entendés ni jota, pero un chino es lo mismo que un robot. ¿Eh? ¿Qué me decís? El chino no te va a cantar nunca y si te pone cara de culo ni te das cuenta. A lo sumo te deja de cocinar arroz y chau. Qué bárbaro, eh. Ahora, yo pienso, ¿no? ¿No se cansan los chinos del arroz? ¿No se constipan? Porque yo de biología mucho no cazo, pero sé bien que el arroz te deja seco de vientre. Como Arturo* te deja. ¿Eh, Marta? ¿Qué me decís de un chino constipado?
*Como Arturo: Entiéndese como un guiño que remite al dicho popular en Argentina a la hora de referirse a la sequedad de vientre: "Estoy como Arturo, el del sorete duro". Está la alternativa para los de vientre flojo: "Estoy como Armando, el del sorete blando". (En público suele sobreentenderse la segunda parte de cada frase.)
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