Esperaba ansioso las doce campanadas. La hora en que la gente acudía a la plaza para conversar, almorzar o caminar. Al escuchar el primer campanazo, se puso de pie, hizo reverencia con una mano hacia delante y otra detrás, al momento que dijo con expresión alegre:
-Me permite esta otra pieza.
Acto seguido, el loco comenzó a bailar. Danzaba con su sombra. Se desplazaba con ritmo y elegancia; sus brazos se extendían, luego se recogían, lo mismo que sus piernas. Daba pasos cortos, combinados con largos. Giraba a sus anchas.
No tardó en aglomerarse la gente.
Aunque no se oía más que el taconeo de los transeúntes y las voces ahogadas en la corta distancia, el tarado ejecutaba su representación como si el lugar retumbara con la música, estaba lleno de júbilo. En la multitud se formaron rápidamente tres grupos: los burlones, divididos entre los disimulados y los descarados, estos últimos se estortillaban de la risa, los comentaristas, que decían a voz baja: -pobre hombre, -¿quien será?, y los silenciosos.
-¿Estás cansada, mi amor? Inquirió el lunático a su sombra.
Sin esperar respuesta, añadió:
- Entonces sigamos esta melodía mozartiana; hizo como quien abraza más fuerte y emitió un beso a su acompañante.
Se oyeron carcajadas.
El trastornado comenzó a girar con velocidad, dio vueltas y vueltas hasta caer estrepitosamente en el pavimento, produciéndose un sonido seco.
Corrió un murmullo de susto y expresiones de lástima, todos dieron un paso atrás, a la vez que se impuso un silencio. Las miradas esperaban por la reacción del desgraciado.
Levantó la cabeza lentamente, más no el cuerpo; extendió una mirada rampante a los presentes, se sentó, apoyándose en sus piernas, y dijo, mirando fijamente aquellos rostros que volvían a la normalidad:
- ¿Piensan que estoy loco? Piensan bien porque lo estoy. Soy un loco que sabe que está loco, pero ustedes ¿quiénes son? ¿No serán unos locos viendo a un loco? No se ofendan. No somos los únicos. En este momento hay un loco o una loca leyendo sobre uno loco rodeado de locos. Tampoco se ofenda usted lector o lectora. Existe uno más loco que todos nosotros. Ese loco es quien me creó. Un loco que escribió sobre un loco, siendo observado por locos.
Los espectadores se marcharon musitando lamentos: - pobre hombre, la tara que tiene es crónica ¿quien será?
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