1) Una pendiente donde esperar la muerte.
Del alma solo queda perderla,
saber cuesta igual que subir,
debajo del cuerpo en la letrina;
Tapando caminos de escombros
de hiedras que son víboras delgadas.
Sobre un paño verde de fuego
que viaja atrevido bronceado de cobre
de óxido enquilozado en el ancho mar.
Trocó su rostro de pavimento,
conocer es una cumbre,
sangrando la risa de antaño
en espuma que se deshizo con el viento.
Dejando el alma olvidada
o perdida en el cielo invisible.
2) Supimos hacerlo a deshora.
Soy Rocita porque soy tarada
mujer blanca con manzanas en la piel.
Soy obsecada algo rosada
pero tengo oro en vez de hiel.
Una cirrosis en el cerebro
cuando quiero verlo a él;
con volcanes en el bajo vientre
dando patadas con la pluma
del mágico Cervantes.
Somos dos en el ancho mundo
serfeando olas sobre un remis
curtiendo horas lavando sábanas
quemando estrellas en el cenit.
3) Condones de humo negro.
Maldita incomprensión que zanja la brecha,
hundidos dentro del odio pudimos hacerlo,
respirando con dificultad nos vamos yendo
de a miles por cada bando.
Solo Dios sabe lo que llora sin consuelo
cuando sufre al vernos caer aplastados,
una cuenta que nunca aflora con justicia
pues la herida yace debajo del ayer
que es la piel escondida, un ahora
que sangra para bien adentro.
4) La vida es un jeroglífico.
Leí su testamento llorando de tristeza,
lo conocí de pequeña sin bastón de invierno.
El destino machacó hasta vencerlo.
No hubieron cavernas para taparse
porque el tiempo es eso de estar íntegro,
pero prefirió seguir yendo tapando agujeros
con el traste húmedo pero con dinero
circulando entre conchudas rotondas,
girando rascándose el pulguiento rabo.
Entonces le aumento la cuenta
la espera sumada a el abandono.
5) Atento vivorita que vais a descarrilar.
Gélido amor que empálidece
la robusta sombra arrasada.
Tormenta batiente que suena
mordiendo al llano vencido.
Germen de cresta caída
molida en su diezmo la sarna.
Lándigo responso terminal llevaba
amanecido en la vertiente mía.
Vueltos los cuerpos eran uno
de siglos sacados de tierra.
Tenía la barca presencia de harina
de estarse aplacando la luna.
Caracol con gangrena que oficias
la marcha del diáfano teclado,
apaga la sed cual incendio
torcido de espigas solares
de infructuosos cristales insinuantes.
6) La profesora de música.
-Lo que quiero decir prefiero que se entienda,
lo que siento es diferente, sencillamente,
porque nadie quiere saberlo; solamente
si logro meterlo dentro de una prisma correspondiente.
O sea que si hablamos de amar
como hacer para callar las caricias
para que los versos suenen mudos
igual que los besos debajo del agua.
En cambio, por ejemplo, si lo que vale
es pedir clemencia, ese grito
tiene que adolecer de ermetismo
¿no? habrá que hacer fuerza
sin hacerse encima.
Desde ese lugar seguramente costoso,
doloroso tener cierta lucidez intelectual.
Y después a seguir adelante,
escribir es como hablar,
volviendo la mirada solo para recordar
y saber que nadie viene cruzando por la calle.
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