Intento focalizar algún recuerdo pero visualizo el pasado completo. Mi mente es una pantalla donde desfilan imagenes de todo lo sucedido.
Coloco el índice apretando el gatillo que es al mismo tiempo el cañón que se repliega.
Sonrío. Abro mis alas de libertad.
Levanté la osamenta depositándola en la ruta donde comienzo a caminar sin rumbo perdiéndome en otros caminos de este laberinto que es la ciudad castigada.
Después de morir de frío, resucité frente al sol del río, flotando en una hoja que viaja con la correntada arrastrandome hacia un nuevo desnivel.
(Agendo cursilerías que luego borro con lágrimas).
Intento acertar donde descansará la suerte aguardando su turno para rugir en la jaula.
La mañana radiante se cuela entre el polvo rojizo. La vida se está tornando árida.
Pero ¿ha de haber lugares sin grietas donde depositar el corazón sin más cobertura que la inocente primavera?.
Que va haber.