Parecía una gacela escarbando en los desperdicios de comida bajo la sombra del imponente payaso. Después de saciar su hambre, pegaba su carita sucia al cristal para ver a los otros niños jugar, quienes se quitaban sus lindos zapatitos para treparse en los columpios. A las 5 y 10 esperaba a su “amiga,” quien llegaba a hurtillas para no ser vista; era el poco tiempo con un ser humano, el resto lo compartía con sus amigos imaginarios. No era que ella se sintiera a gusto con él; pero era otra solitaria entre murallas adornadas. -Les diré otra vez a mis padres que te lleven a un albergue, dijo con resignación. -Ya se lo has mencionado varias veces y no han hecho nada, no te sientas culpable –respondió sin expresión alguna. El mundo es cruel –siguió hablando. Tengo años viviendo entre esos arbustos, detrás de este McDonald´s, y nunca me han dejado entrar. Sólo la negra juanita me lo permitió, a escondida, para tomar agua limpia y pedir comida fresca, la descubrieron y la despidieron. En otra ocasión, por no aguantar más el deseo de jugar en esos columpios, entré. Me sacaron como si fuera un animal. La única que habla conmigo eres tú, y te cuidas de tus padres. De tarde en tarde siento un fuerte dolor en el pecho, no sé si es por el hambre o por el deseo de jugar en esos columpios. - No te pongas dramático, no todo es tan malo, vas a donde quieras y cuándo quieras. Fíjate que mañana saldré de vacaciones por 15 días sin querer ir, pero tengo que hacerlo. Todo tiene sus pro y sus contra, ¿no te parece?- indagó ella con indiferencia. -Sí, claro, mi libertad es maravillosa –Respondió con cierto dolor, no por sus palabras sino por su desprendimiento para con él. En ese momento le vino a la mente el sueño recurrente donde él jugaba con ella, tomados de las manos daban vueltas hasta caer en la hierba verde, momento cuando le decía: soy feliz; acto seguido, ella pasaba sus manitas por las mejillas de él y respondía: yo también soy feliz… porque estoy contigo. Y yo, -respondía él-porque estoy contigo. Sueño que revivía todos los días... Pasaron 15 días, pero ella se acercó al McDonald´s 3 días después. Se extrañó de no encontrarlo. Preguntó a los empleados. Dijeron tener 5 días sin verlo. Volvió al día siguiente. No lo encontró. Decidió ir hasta los arbustos. Lo encontró agonizando. Gritó con todas sus fuerza pidiendo auxilio, pero el grito se extinguía en la distancia. Iré a buscar a alguien. Él la tomó de las manos y le dijo con voz apagada: soy feliz… esperó que ella pasara sus manitos por sus mejillas, no lo hizo. Llorando le dijo: no te mueras. Él le respondió con mirada débil, sólo esperaba a que llegaras para oírte decir que eras feliz por estar conmigo. Aflojó su cuerpo y sus manitos cayeron, quedando sólo el llanto temeroso de ella. |