Noche oscura. El suelo se hunde al pisar, blando de barro y hojas podridas.Los árboles ya no viven en esa tierra malsana, olorosa a veneno.Sus troncos retorcidos se estiran tratando de escapar hacia la luna, pero no pueden.Veo un foso lleno de agua; en sus bordes todavía está amontonada la tierra.
La niebla se acuesta, espesa y blanca, y cubre el camino.Alrededor de mis piernas se enreda y se desarma. Veo un ataúd a un lado del foso.Centenario.Inquietante. Me acerco y toco la madera, que se desarma en mis manos. Aparecen unos pies femeninos. Un dolor se insinúa en mi vientre y va subiendo de a poco. Camino hacia el otro extremo.Me asomo despacio.Una cara conocida, desconocida por el blanco de la muerte.
Alguien me dice "sos vos". Contesto "menos mal que no me viste la cara.Está destruída". Un puño aprieta mi corazón. Siento que ya no tengo aire en los pulmones.Con el último resto de mis fuerzas,grito.Con todo mi cuerpo,grito.Con toda la rabia de los años que no voy a vivir,grito.
Abro los ojos en la oscuridad de mi cuarto, sola en esa cama que antes era de dos, aliviada de tener otra oportunidad de seguir existiendo, con la imagen de mi cara de cera grabada a fuego en la memoria y el fantasma de la pesadilla evaporándose.
Caen de mis manos restos de tierra con olor a veneno.