Estaba lleno de mierda. Despertó y aquel cuarto oscuro le pareció impresionante. Las paredes estaban llenas de sangre, el piso estaba húmedo y la masa fétida de aire que pasaba por su nariz parecía densa, golpenate.
Elder trató de levantarse y cayó en la cuenta de que estaba golpeado de su pierna derecha. Intentó acercarse a la pared, pero toda la porquería que había en el suelo lo detuvo. Por un momento decidió quedarse así, pero no aguantó. Optó por mandar al carjo su delicadeza y se arrastró.
Ya, contra la pared, la mierda le embadurnaba el cuerpo, el cuello y parte de la cara. El asco lo abrumó: no podía respirar, no podía moverse y el llanto asomó en sus ojos y en su garganta. "Qué patético", pensó. Pero no podía evitarlo, trató de parar aquella sensación, pero no pudo.
Llorando y como estaba, hizo el último esfuerzo de apoyarse contra la pared y levantarse. De pie, al fin, comenzó a caminar por aquel lugar. Lo que al principio le pareció un cuarto cerrado tenía más profundidad de la que él había imaginado. Con una mano apoyada en la parede avanzó varios metros. Solo se oía el eco de sus pasos.
Cualqueier cosa podría haber ahí. Los pies se le deslizaban, no había un tramo en el piso que no tuviera algo desagradable. Poco a poco, la vista se la fue acomodando a aquella falta de luz y pudo distinguir algunas de las cosas que estaban bajo sus pies. Habían partes de cerebros, sangre, mierda, uno que otro ojo y partes humanas. No pudo más, vomitó.
Caminó un poco más. Quería encontrar la salida. Todavía no estaba desesperado, lo invadía más la curiosidad de saber qué era aquel lugar. Pero, de repente, comenzó a sentir el vacío cruel y peligroso de la soledad, de su soledad. Elder comenzó a ceder.
Cuando arrancó el primer grito de su garganta, el sudor se le mezclaba con todas las sustancias que se le habían pegado al cuerpo. Ya no soportaba el mal olor. Estaba a punto de desmayarse, asficciarse... "Senor, usted va a despertar a la cuenta de tres... uno... dos... tres". ¿Qué fue todo eso? No lo tome a mal, señor Presidente, pero era su interior. ¡Es una farsa!, una mentira, ¡charlatán!.... Señor, usted estaba dispuesto a la sesión de imnotismo aún a cualquier riesgo, aquí lo dice, aquí lo firmó usted. ¡Voy a hacer que lo metan a la carce!, pero con los presos políticos....
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