Ver a través de la ventana de un avión te hace pensar en la sensación que podrías tener si volaras. Es irremediable. Toda la física que hay detrás del vuelo de un 737 no alcanza ni a imitar ese sueño que late al interior de cada ser humano. Ir sentado en un incómodo puesto en la salida de emergencia no es volar, sin importar la altura ni la velocidad involucrada en el proceso.

Por estar embriagado de esas sensación de volar no me percaté del temblor constante causado por la turbulencia ni escuché ese sonido que anunciaba como se podía romper el avión.

Sólo sentí que su mano apretaba mi brazo, pero fue un confuso despertar mientras el cielo se abría ante nosotros.

No hubo tiempo para derramar una lágrima. sus ojos se cerraron con fuerza mientras yo la observaba entredormido pensando lo hermosa que lucía con el cabello yendo por completo a la derecha, como si hubiese un ventilador a toda potencia a su izquierda y un fondo de nubes tras ella; algo así como un comercial de cabello mientras caíamos en picada. No dediqué un sólo pensamiento al avión en llamas que caía a trozos a nuestro alrededor.

La imagen de la propaganda seguía en mi cabeza mientras pensaba en el nombre de la marca. Quedó frente a mí y sus manos buscaron mi cuerpo para agarrarse una vez más. Un zapato en llamas flotaba junto a nosotros.

Sus labios se movían agitados y no lograba entender una sola de todas las palabras que parecía decir. Le sonreí con la mejor de mis sonrisas de evidente ignorancia y arqueé una ceja para hacerla repetir lentamente todo lo que acababa de decir, en tanto no involucrara levantarme para que ella pasara al baño, que estaba posiblemente cayendo en millones de sucios fragmentos.

Pero cuando intento escuchar de nuevo lo que ella se esfuerza en decirme la ilusión de volar se acaba y toco el suelo lenta y dolorosamente, como despertando de un sueño de volar.