CAPITULO 6
Mientras Porfirio suspiraba y acaricia la curación hecha por soledad, esta olía la gasa con que había limpiado a Porfirio, y a pesar de saber que aquello era prohibido y pecaminoso se dejo llevar por el demonio de la tentación, el solo hecho de saber aquello prohibido incrementó la tentación de dejarse llevar por la lujuria, la misma resistencia y las prohibiciones hacia que aquello li hacia aun más apetitoso. Soledad se comenzó a acariciar sus medias blancas de enfermería jalo la falda hacia arriba y se comenzó a tocar como en su adolescencia teniendo en mente a Porfirio y empezó a murmurar para sus adentros:
---Así Porfirio agarrame toda, hazme bonito, tu si eres mío, no de mi mama tu nomás eres para mi. –Susurro Soledad.
Esa noche se dio el atracón de su vida como un alcohólico recaído, hasta volverse a sangrar de tan fuete que se introdujo el dedo, la excitación la encontró dormida, aquella vez por primera vez en toda su vida Soledad no fue a misa de seis de la mañana se había hundido en el placer reprimido de toda una vida, y por primera vez no tuvo una resaca inmediata que la obligo a levantarse a lavar sus culpas con oraciones.
Su madre preocupada como a las siete y media de la mañana fue a buscarla a su cuarto, pues no la escucho levantarse para la rutina de ir a misa, ni la escucho llegar con el ruido acostumbrado de la cocina para preparar el desayuno.
--Hija ¿estas bien? –pregunto doña Toñita.
Soledad se despabilo y miro su dedo sangrado por la parranda erótica de la noche anterior y tomo una vasija que tenia dentro y se lavó a toda prisa mientras le contestaba su madre.
--Si ama estoy bien, nomás que ayer llegue muy cansada y me quede dormida y no me desperté para la misa de seis pero ya voy horita a preparar el almuerzo. –dijo Soledad.
--No te preocupes por el almuerzo horita lo preparo yo, nomás que te vine a tocar por que se me hizo muy raro. Por que nunca faltas a la misa de seis. –dijo doña Toñita más tranquila.
Ya en el desayuno doña toñita que se venia sintiendo mal; primero por la ausencia de su Toño y segundo por que el desgaste de los años le acusaban ya de los achaques de la vejez.
--Mija deberías de descansar estas haciendo muchas cosas, la doctrina, el hospital y ahora de voluntaria en la cárcel, yo se que te lo pidió el santo padre mija pero piensa en ti, son muchas cosas deja alguna, al cabo con la pensión de tu padre, con sus ahorritos y con tu trabajo hay bien que mal la vamos pasando, no quiero que te me enfermes entonces si; ¿que vamos a hacer? las dos viejas malas. –dijo doña Toñita.
--No se preocupe ama nomás fue un día no hay por que hacer escándalo por eso, un poco de cansancio pero mientras dios me de licencia yo cumpliré con sus santos mandatos. –dijo Soledad serena.
Ese día la resaca no llego, Soledad pensó que era un buen síntoma. Regresó días después a la prisión y le toco hacerle la curación a Porfirio, hasta pareciera que aquel se estuvo esperando justamente para que ella lo atendiera, a ella no le molestaba por el contrario, todas las noches añoraba volver a ver a su Porfirio, pero Soledad estaba muy dañada del alma, el espíritu o la mente como para vivir una relación normal y además el destino se estaba divertido jugando con ellos.
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