Hola a todos. Yo venía a hablaros acerca de la comunicación no verbal, pero hablando con mis compañeros esta mañana he caído en la cuenta de que este otro tema que os voy a presentar va a dar mucho más juego para la exposición. Al fin y al cabo, voy a ser evaluada por la forma y no por el fondo. No pretendo llevaros a que compartáis mis divagaciones, simplemente me gustaría animaros a cuestionar el sistema en el que vivís y dar prioridad al pensamiento imaginativo y la creatividad.
Voy a hablaros del tiempo. Sí, del tiempo, pero no del tiempo atmosférico, no os voy a hablar de si mañana va a estar soleado o van a caer chuzos de punta, sino del paso de los años y de cómo lo ordenamos en la memoria colectiva.
¿Qué es el tiempo? Podríamos decir que el tiempo es una concepción mental interiorizada en cada uno de nosotros. Pero mentiríamos: No es un único concepto, son tres: pasado, presente y futuro, y vamos a cuestionarnos muy seriamente el significado real de estos “momentos” temporales.
En primer lugar, ¿quién conoce algo del futuro? Sí, podemos hacer predicciones más o menos acertadas, como que si calentamos agua a una determinada temperatura y con una determinada presión hervirá, pero no sabemos a ciencia cierta si algo va a ocurrir si no es algo que hayamos visto antes, en el pasado. El futuro es un ente abstracto del que nada conocemos, a no ser que te llames Marty McFly y tengas como amigo a un científico loco llamado Doc. Y a propósito de las travesías por distintas épocas, como dijo una vez Rafa, bajista de Rosendo: “Si se pudieran hacer viajes en el tiempo, estaríamos rodeados de chinos haciéndonos fotos”. El futuro no es más que un invento creado para encubrir injusticias: trabaja duro, que ya en el futuro te verás recompensado, más adelante, ahora sufre y malgasta tu vida en pos de una recompensa nimia.
En segundo lugar, ¿a qué nos estamos refiriendo al hablar de presente? ¿Os dais cuenta que no es nada más que el punto intermedio entre el pasado y el futuro? Cuando dices “me duele”, en realidad quieres decir “recuerdo que me ha estado doliendo antes”. ¡El presente no existe! Es sólo fruto de una convención social, un vago punto de referencia del que no se sabe muy bien dónde empieza ni dónde acaba, y que, por tanto, tiene como única función darnos seguridad, como si fuera un arnés que nos atara a la realidad.
Si es que existe algún tiempo, éste ha de ser el pasado. Es el único del que podemos estar seguros de su existencia, porque todos conocemos algo (aunque unos más que otros) acerca de él.
Finalmente, quisiera agradeceros vuestra atención y muy particularmente la de mi compañero y amigo Jaime aquí presente, que ha inspirado y ha aportado su colaboración a la formación de este discurso.
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