margarita-zamudio
MI TÍO EL INDIANO
Panamá o jipijapa, canotier, jarano, bombín, de copa, flamenco, de ala ancha, de cow boy…sombrero que imprime, o mejor dicho, imprimía carácter al hombre que lo llevaba, lo volvía caballero o villano, picarón como Maurice Chevalier, encantador como Frank Sinatra o aventurero como Indiana Jones.
Sombreros que pasaron a la historia, exceptuando, claro está, las gorras de los uniformes, sin personalidad, pues como su nombre indica, uniforman, y exceptuando, como no, esas gorritas americanas…que también los vuelve uniformados.
T
Tengo nostalgia de esos sombreros tan favorecedores, como el que llevaba mi tío, el Indiano, que así le llamaban en el pueblo.
La historia de mi tío Eustaquio era muy común en aquellos tiempos. Según mi madre, mi tío emigró del pueblo huyendo de la miseria, la sequía y la política. Como muchos de aquellos hombres jóvenes, casi niños, se marchó un día a América en uno de esos vapores en donde los viajeros de tercera clase no tenían más asientos que sus maletas de cartón ni más cama que una manta donde envolverse, ni más calor que el que se procuraban arrebujándose entre ellos.
Estuvo años y años en Sudamérica, buscándose la vida hasta conseguir hacerse con un pequeño capital gracias a la gente que le ayudó en sus primeros años. Allí se casó, tuvo tres hijos y enviudó. Y un día, sintiéndose viejo, le entró esa morriña de la tierra que se instala en el corazón de sus hijos. Lo vendió todo y repartió su fortuna entre sus hijos y una organización de ayuda a los necesitados. Sólo se quedó con lo justo para el viaje y poco más para vivir dignamente, pero sin lujos, en su pueblo de España.
Traía un sombrero de panamá, un jipijapa, como decíamos aquí, un sombrero que a mí, como niño que era yo entonces, me subyugaba. Parece que lo estoy viendo, cada vez más viejo, cada vez más pobre, pues ningún mendigo se iba de su casa con las manos vacías.
Cuando murió, serenamente, en sueños, sólo le quedaba lo puesto y el sombrero de panamá.
Hoy, que ya soy viejo, lo guardo en mi armario como una reliquia y espero que lo hereden mis nietos.
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