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CAPITULO 3


Algunas veces en la cafetería de enfrente de la facultad de enfermería y a un costado del hospital, se reunían las estudiantes, Soledad pocas veces era sociable pero alguna de sus amigas Juana Bautista; la invito a tomar un refresco ahí entre las bancas austeras y la viaja rocola que tocaba canciones tropicales de moda las estudiantes de enfermería bailaban con los camilleros y con los escasos compañeros o con algunos estudiantes de medicina que andaban detrás de alguna de las aspirantes de enfermería, había un chico de ojos enormes y facciones de niño; Martín Matalozano que miraba con interés a Soledad, él fue el que le pidió a Juana que convenciera a Soledad de ir a la cafetería, ahí la joven promesa de medico intento acercarse a soledad pero a ella aquella limpieza y fineza solo le causaba repulsión en cuanto comenzó a hablarle con aquel lenguaje depurado y refinado Soledad se sintió asqueada y salio corriendo de la cafetería por eso desde aquel día se gano el apodo de la “bacteria toxica”, por rara, entre burlas y risas los compañeros y conocidos concluyeron que tal vez a Soledad no le gustaran los hombres, estaban cerca de la realidad la verdad era que solo le gustaba uno de manera enfermiza y obsesiva.

Llego a su casa llorando y eso hizo que se incrementara la incertidumbre de dona Toñita Pérez, ese día en el mercado había comprado una veladora y enseguida la colocó frente a San Judas Tadeo, se persignó y rezo una oración desesperada para que ayudara a su hija a salir de aquella rara confusión, doña Toñita estaba lejos de saber que lo que Soledad tenia no lo podía curar un milagro.

Entro a su cuarto y tomo el viejo paño envolvió la gasa sucia de sangre seca y sudor de aquel herrero con el trozo de paño que ya tenía. Se coloco en posición fetal y comenzó a olisquear sus fetiches, pronto sus manos empezaron a recorrer sus muslos y a introducirse entre sus piernas pero su mente le reprochaba aquellas conductas. Vivía entre la gloria y el infierno quemándose en el deseo y reprimiéndose por las voces de su conciencia que le decían que aquello era pecaminoso e infernal y que si proseguía y se dejaba llevar por el deseo su castigo seria arder en las llamas del infierno.

Termino rezando hincada frente a la imagen de la virgen de Guadalupe y llorando amargura de su infierno interno. Dormida con las lágrimas secas en sus mejillas su madre entro a su cuarto y la encontró en paz por fin, y la miro como cuando era niña sin comprender el mal que la asolaba ¿Qué tendría su niña? ¿Por qué había cambiado tanto con ella? Si hasta hacia unos años eran grandes amigas pero de pronto su cambio fue radical, la sentía como si de pronto la mirara como su enemiga, doña Toñita no sabía que estaba a punto de acertar al pensar aquello.

La vida volvió a amanecer Soledad siguió con su rutina de ir a misa y confesarse a diario, el sacerdote desesperado por no saber que hacer con aquel caso, le hablo de frente con voz autoritaria en aras de la salvación de su alma, después de tantos regaños y gritos de desesperación soledad opto por omitir sus ataques desesperados de ansiedad erótica, y le mintió al sacerdote diciéndole que las oraciones le servían de paliativos para apagar el fuego del infierno que se le prendía en las entrañas, pero la verdad era que aquello se acrecentaba tanto dentro de ella que era imposible no tocarse, y más cuando escuchaba a sus padres retozando. Hasta que un día el ansia fue tal que se introdujo violentamente el dedo en la vagina y un hilillo de sangre le quemo los muslos y le anuncio que se había rasgado el himen, aquello la hizo arrodillarse y pedirle perdón a dios por haber profanado su templo, aunque no se lo contó al sacerdote ese día lloro en el confesionario diciéndole que los ataques del diablo habían regresado a su vida con tal fuerza que no soportaba, el padre solo le recomendó:

-- Reza hija pídele a dios con todas tus fuerzas para vencer al demonio. –dijo el sacerdote.

Pero eso no le serviría de mucho.

Un día el padre Don Atanasio Monjaraz se encontró con Doña Toñita y le dijo:

 Hija creó que es tiempo que le busques marido a tu hija ya esta en edad y ella dice que no le gustan los hombres pero ya tiene deseos de mujer y me tiene preocupado –dijo don Atanasio Monjaraz.

 Padre le digo y le digo que se busque un buen hombre para marido y se va enojada y se encierra en su cuarto ni a mi me hace caso y me ve como enemiga habla poco conmigo y me trata como a una extraña ya le rece una novena a San Judiítas pero nada padre estoy desesperada ya no se que hace con esta niña –dijo doña Toñita bañada en lagrimas.

La oraciones y las suplicas de Doña Toñita y del sacerdote Atanasio Monjaraz no hicieron que aquello se calmara, conforme los años pasaban Soledad Treviño se consumía en el fuego de su pasión.

Texto agregado el 23-12-2008, y leído por 170 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
29-04-2009 sigues manteniendo mi atención, epero que esto se ponga bueno, saludos! gomez81
05-01-2009 Pues sigue bien la novela, no te detengas y síguele dando. Saludops. Jazzista
23-12-2008 Espero no termine aqui o si' Bueno es mi curiosidad la que habla,es tu cuento por las dudas voy a estar atenta,si no me dejas el sabor de una vida qyue se consume sin remedio.Gracias ******* shosha
23-12-2008 Imagino que es una novela. Me gustaría seguir leyéndola. Saludos. albaclara
 
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