- ¡Cállate!... !Cállate Mierda!... Sé lo que hago...

- No lo sabes...

- ¡Déjame te digo! El cielo es donde me esperan, allá es donde iré. Si salto lo lograré y éstas alas me ayudarán. Sin embargo, si me sigues sujetando ambos moriremos. Caeremos al acantilado y no existiremos. Déjame volar y quédate abajo.

- No lo haré, no te dejaré, ¡no me dejes!

¿No me decías que odias mi compañía y ahora me suplicas me quede acá abajo, contigo? ¿Quién lo entiende? Siempre has sabido que este es mi sueño, volar, y no me lo permites. Nunca te he interesado en lo absoluto. ¿Por qué ahora? ¿Por qué en el momento en que no te quiero cerca lo estás? Y ni siquiera vienes con las intenciones que he buscado por eones.

- ¡Eso no viene al!...

- ...¡Por fin me atrevo a hacer lo que quiero y me lo impides! ¡Claro! Siempre fuí, soy y seré el estúpido que no sabe como. El imbécil que bajo su imagen de gran galán nunca aprendió a hablar con una mujer. El supuesto galán que nunca tuvo una mujer. El maldito y puto niño lindo que no era lindo. Que frente a tí miles de veces calló, pero que tras de tí alabó y intencionó. ¿Pero de qué mierda sirve una intención? ¿De que mierda sirve buscar sin revolver? ¿De qué mierda sirve esperar? Quizás evites muchos fracasos. Sin embargo, de la misma forma evitas victorias.
La frustración es mi mayor miedo. Es el punto que me paraliza, que me idiotiza más aún. Fallar no va en mí, ganar tampoco. Los riesgos son el sentido de la vida, pero yo no los tomo a menos que no sean riesgos si no éxitos. Éxitos que pocas veces se presentan. ¿Arriesgarme? ¿Para qué? Para luego sufrir la humilación del fracaso? No gracias...

Hasta luego...

El cielo se aclaró y oscureció, llovió y lloró, calló y habló, se agitó y calmó, se despidió y luego saludó, se desparramó y se reunió, nació y murió, murió en un fracaso, el último fracaso...