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Tan solo observo sus manos, grandes, aparentemente generosas, a lo mejor bonitas e inútiles. Se olvido por completo del rostro cargado de angustia, de soñolienta ineptitud; no quiso indagar en el pasado, en esa sonrisa amplia llena de paciencia, en el porque de la calvicie que decora la frente, nada importaba tan solo las manos grandes.
El reloj continuaba con la prisa de antes y sus ojos fijos en los vellos que cubrían los dedos gruesos, en la agilidad con que enredaba el tiempo; disfrutaba de ellos como si los robara, aun sabiendo que cuando descubriera su rostro quedaría sin nada, este seria su castigo de idolatría, su amansada desesperación.
La fantasía vestida de seda se deslizaba por las muñecas, la hipnosis continuaba, todo alrededor quedo en pausa, las hojas flotaban, las palabras quedaron guardadas.
Las manos danzaban ocultando en el olvido aparente, la historia, la esencia de aquel ser. ¿Para que descubrir el rostro?
Solo necesitaba del narcótico embeleco de sus caricias, de la aparente desfachatez del movimiento, del ritmo sin sonido que producía al rozar la trasnochada piel.
Los ojos saltaban entre los dedos, se mojaban de venenoso placer, aun sabiendo de esa necesidad absurda, descabellada de contemplar ese rostro, de buscar en otros ojos secos para saciar su sed.
Así rodó por los brazos morenos y fuertes, llego a los hombros y un palpitar continuo sacudía por dentro y hay estaba: mejillas, boca, nariz… rostro; ojos perdidos, amarrados a otras manos pequeñas, distraídas, cubiertas de un aire frió que le pintaba las uñas.
Aquellos ojos continuaban sumergidos en el embriagante encanto que producía esas manos, quizás torpes, pero inquietantes. Las horas se gastaban detrás, mientas ellas, las manos, bordaban posibles mascaras con las pestañas del viento, con el Tic-Tac del reloj.
No importaba el rostro pintado de esquiva inteligencia, bastaba con esas manos quizás bonitas y pequeñas para no querer despertar, para querer pertenecer al exilio del destino, guardando bajo las uñas todo esa incalculable riqueza muerta.
Tan solo observo sus manos…

Texto agregado el 22-12-2008, y leído por 159 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-12-2010 Las manos, y todo un unoverso alrededor. Pero las manos... Es muy honesto 4 *por eso. rodrigourrejola
23-12-2008 Buen texto, escrito a mano. 5* jugama
23-12-2008 Profundo! tursol
 
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