Era el día perfecto del año perfecto para la boda perfecta en la iglesia perfecta con la novia perfecta. Eso creía el dizque, como si se pudiese confiar en ella.
Él la esperaba mientras limpiaba su traje – ¡No!, ¡te estas ensuciando tonto! - mientras los frívolos invitados conversaban sobre como se vería la nueva la piscina en su casa color azul cielo.
El novio que estaba esperándola, pues… seguía esperando.
Estaban todos allí… todos conversando de la pareja ideal, mientras el elegante novio… seguía esperando.
Eran ya las once de la mañana, los pies de pobre prometido, tenían raíces, cuando se temió lo peor, mas bien dicho, lo q’ debía temer desde que la conoció.
Mandó a la mierd* hasta al curita. Y empezó a correr como cebra, corrió y corrió, y corrió.
El semáforo no importó. Seguía y seguía, mientras explotaba en su mente - mierd*, mierd**, mierdaa!!! - llegó al edificio, no pregunto por nadie, solamente se dirigió hacia el cuarto que lo separaba de la verdad, abrió la puerta… la ventana estaba entreabierta…
,,Como en toda historia de mierda, la webada q se temen, pues ocurrió nomás,,
...Ella se había ido,, síí,, dejo al webón ahí, bien arreglado. Una mezcla de sentimientos en su cabeza… olía a podrido en ese momento.
La respuesta que él buscaba la hallo en la mesita café. Estaba al lado de una foto de ella y el… al lado de la miserable foto se encontraba la carta púrpura, su color preferido. Tomó la carta, fría por si acaso, al leerla recordó de repente lo que ella le dijo una vez. Entonces apretó el maldito papel, maldito el color púrpura, todo era maldito en ese momento, hasta el día, hasta la iglesia, hasta la novia, hasta el novio… ¡todos!!!, y grito: maldita ,, maldita ,, maldita seas,!!!!!!!!
Lanzó el papel por la ventana, y me llego a la cabeza – ¡que webón! -entonces abrí el papel que decía…
“nunca pongas tu fe donde no debes”
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