Recuerdo a infancia, y me pongo a volar:... Dulce sueño de niña... El inocente capricho de seguir jugando... Había llegado la hora de salir, la vereda infinita, con su perfume a margaritas la dejó sonreír... ((Mi bisabuela, su vecina, su nieta, eran dueñas de un millón de margaritas... Que felices fuimos las dos))
Texto agregado el 20-12-2008, y leído por 142 visitantes. (5 votos)