BIENAVENTURANZAS
(Escritas, en la madrugada del año nuevo 2008, meses
antes de su último viaje sin retorno)
1.-Dichoso yo, que, al despertar por la mañana, siento la caricia de Dios, que me saluda con su sonrisa y me inunda de paz y alegría.
2,- Dichoso yo, que, al levantar la persiana, veo mi habitación inundada del sol matinal y me contagia el alma de gozosa y eterna juventud.
3.- Dichoso yo, que puedo saciar mi hambre y tener personas queridas, con las que compartir el alimento, para hacer de la comida una verdadera comunión.
4.- Dichoso yo, que, al salir del piso, puedo saludar cariñosamente a mis vecinos, desearles un feliz día y ofrecerles un asiento cálido en mi hogar.
5.-Dichoso yo, que puedo contemplar desde mi ventana, las catedrales, iluminadas en la mañana, por un sol radiante; al atardecer, por un contrapunto de ocres y rojos y, ya anochecido, por un fanal de luz, sobre el cielo estrellado… ¡Oh Salamanca mía, di tú que he sido!
6.-Dichoso el que vive tan cerca de Calatrava, la Casa de la Iglesia Diocesana, y va allí como a su casa, para reencontrarse con su infancia y juventud, y para compartir con los hermanos, sus ideales, su cultura y su tiempo.
7.-Dichoso el que, en los días luminosos, puede adentrarse por las calles charras, bordeadas de monumentos con piedras doradas, y penetrar en los sacros recintos de la fe, el arte y la ciencia.
8.- Dichoso el que, a un paso de su hogar, tiene su vergel favorito y puede pasear por la Huerta de los Jesuitas, con la floración de primavera, y sentado bajo su ciprés favorito, contemplar los requiebros de los pájaros, que revolotean nerviosos de un árbol a otro.
9.- Dichoso el que siente la presencia de Dios, envuelta en su amorosa Providencia, la que cuida de los lirios y de los pájaros; y acude a su encuentro con sus hermanos, en la Eucaristía cotidiana.
10.- Dichoso, finalmente, el que se siente querido de la familia y de los amigos; el que va repartiendo alegría para hacer felices a los demás; y el que cada día intenta dar a todos “razones para vivir y razones para esperar…”
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(Esto es como un testamento que dejó escrito mi amigo el cura, Serafín Marcos de Paúl, meses antes de su ida al Padre.
. Las doy a conocer en su nombre, para alivio de caminantes).
E.C. 20 Dic. 2008
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