Recien te fuiste de casa...
Pero qué hermoso es tenerte conmigo, mi vida. Cada vez que vienes el aire se puebla de un perfume y una densidad distinta, yo misma cambio, cobro más sentido a tu lado.
Qué hermoso fue amarte entre la oscuridad y el silencio, qué hermoso tenerte tocándo mi cuerpo.
Disfruté mucho de hacerte sonreír, de prepararte la comida, de hacerte enojar y al segundo conquistarte con alguna dulzura. Que fugaz es un gesto y qué eterno el recuerdo que lo inmortaliza en ese secreto cofre que es la conciencia. La mente hace cosas... El corazón puede deshacerlas... No sé cuál es más poderoso. Sólo sé qué gracias a vos aprendí a entender a una y escuchar más al otro. valla que has sido y serás siempre mi maestro.
Qué hermoso oírte decir que querés vivir conmigo.
Qué hermosos todos nuestros planes, y el discutir en el colectivo qué íbamos a hacer con nuestra familia, cómo sería nuestra casa, de qué trabajaríamos.
Es hermoso todo eso. Vos sos hermoso. Esta relación es hermosa. Valla que estoy rodeada de cosas bellas...
Y cuando es la hora y tenés que irte me dan unas secretas ganas de llorar. Soy como una niña y no quiero que te vallas. Es sólo que me acostumbro a tu calor y me adhiero a tí sin deseos de alejarme. Pero está bueno extrañarse. Nos renueva, evita el aburrimiento.
Qué linda es tu voz. Una voz profunda y que a la vez suena infantil, una voz de hombre y de niño. Cuando te estabas yendo me abrazaste y me dijiste "me voy, mi amor" qué bien que suena una despedida con tu voz...
Nunca dejo de amar cada parte de tí. Todo lo encuentro admirable. Nunca podría cansarme. Día a día descubro una nueva aventura en cada espacio de tu ser. Eres para mí el mundo entero, y sólo te quiero recorrer. Y conquistar, y conocer. Como hasta ahora.
Amores como el nuestro día a día se hacen más bellos. Mi mente graba cada detalle de nuestra historia y este sentimiento la inmortaliza.