Un vestido lleno de capas de tul, en tonos rosados y amarillos, con brillos por doquier. Un suave escote, bordado, una especie de corset rodeando al torso. Un lazo sujetándose en su cintura. Una beldad. Parecía un pequeño capullo. Era hermoso, se sentía hermosa. Era un cuento de hadas en el que ella era la protagonista. Las pantimedias, los zapatitos de charol, el cabello planchado. Qué belleza. Ojalá estuviera el.
Sabía que era la más linda de todas. Que la miraban y pensaban que estaba perfecta. Quería quedarse a vivir en esa noche. Ojalá llegara pronto, ojalá el la viera.
Se mezcló entre la muchedumbre del salón y observó que en un costado había un joven sentado, con un traje oscuro y una copa en la mano. Sentado, solo, mirando a todos los que bailaban con ojos brillantes. Ella se sonrió, allí estaba. Con pasos decididos, y sintiéndose perfecta, se acercó a él. había esperado durante tanto tiempo aquella oportunidad, había esperado y deseado que se dierauna circunstancia así. Él no podía verla con los anteojos y el uniforme de escuela. Él la pasaba desapercibida. Pero aquella noche la vería realmente cómo era, bailaría con ella y hablaría de todos esos temas de conversación que había planeado y practicado.
Se iba acercando,tratando de no chocar a nadie, de esquivar a las parejas que bailaban. Se acercaba y de pronto él la miró. Ella sonrió. Por fin. Se le quedó mirando de pies a cabeza la recorrió con esos ojos especiales que tenía. Pero, de pronto, se acercó otra muchacha de vestido largo y oscuro, que le tocó el hombre y que consiguió despertarlo en un sólo segundo del bello letargo en el que se había sumido al contemplar a aquél bellísimo capullo que tanto lo soñaba. Se volteó y se olvidó de ella, había llegado la muchacha del vestido oscuro, que lo llevó hasta el balcón de la residencia y le dio un abrazo apasionado y profundo.
Fue triste, una desilusión. Sintió deseos de llorar y el corazón que le latía más rápido y con desazón. Se sentó en una mesa cercana y se quedó contemplándolos. Sentía fuertes deseos de querer convertirse en aquella muchacha de vestido largo, de figura estilizada, de peinado recogido. Él la miraba con ojos grandes, muy abiertos, muy atentos a sus movimientos. ¿la amaría? ¿ella lo amaría? ¿serían novios? ¿serían amigos, amantes?
De pronto notó que discutían, que ella torcía la cabeza en ademán de negación, que él la señalaba con gesto inquisidor. Estaban peleándose y no era una pelea común, porque cada palabra que salía de sus bocas (aunque no podía oírlo) estaba fuertemente pronunciada y enfatizada por cada interlocutor.
Amelia prestó atención, intentó decodificar qué decían. En un momento entendió, lo observó y pudo entender que le decía: "estás mintiendo" y que ella respondía "no, es la verdad"
Y así pasaron mucho tiempo. Hasta que de pronto ella decidió irse. Él no estaba dispuesto a dejarla. Ella insistía. Se debatieron en irse o quedarse durante unos minutos más. Después él intentó abrazarla, pero ella rápidamente se desprendió de él y huyó por las escaleras.
Él permaneció atónito, taciturno, apoyándose en la baranda del balcón. Amelia deciciço acercarse. Aunque ahora tenia mas miedo y mas nervios que antes. Si era de por sí dificil acercarse a él, más lo era ahora que sentía ser entrometida. El amaba a alguien más al parecer. Pero estaba alli con ese vestido de gajos y esos tonos pasteles, no podía desistir.
- Disculpáme... querìa saber si te encontrabas bien yo soy...
- Sí, te conozco, Amelia eres. vas a mi escuela, estas en segundo ¿no?
A Amelia le brillaron los ojos, y se quedò boquiabierta. El la mirò y se sorprendiò de su reacciòn y comenzò a reìr.
- Wau, creì que no volverìa a sonreìr... Al menos en esta noche. Gracias. Me llamo Adriàn
Y le tendiò la mano
- Mucho Gusto, soy Amelia. Aunque ya lo sabes.
- Sì... Amelia...
- te peleaste con tu novia,¿verdad?
- No es mi novia, pero me gusta mucho. Es la novia de mi mejor amigo.
- Ah, ya veo.
-Sì, no fue planeado. La cuestiòn es que va a mudarse. Se va del paìs, se va con èl.
- Quizàs sea mejor asì
- Quizàs
Amelia se quedò con èl toda esa noche oyendo sus problemas. Adoraba la forma en que le confiaba todo, en que le sonreìa. |