A ti, que viajas en mis ojos... que miraste el mundo conmigo y lo pintaste de colores extraños, pero tan familiares... a ti, que sin ti ya no hay nada, que has llenado mi mundo... y cada vez que te vas, mi mundo prefiere irse contigo... y yo me quedo tan sola...
Y entonces hablo con el eco de tu voz.
Y te veo en cada lugar en el que habitas.
Y dibujo con mis manos tu cuerpo sobre el mío.
Y me pierdo en esas sábanas que recuerdan tu calor... sábanas llenas de sudor... sábanas llenas de poesía...
(y los Amantes, abrazados)
Y me dueles...
Es esta ausencia de ti lo que me ahoga... ya nada me calma (nada me calma), nada adormece mis ganas de ti. Ni siquiera tu presencia. Porque sé que es efímera...
A ti... que me amas como nadie me ha amado nunca -con un amor brutal, irracional, inconveniente...- Tú, que me tocas como si me conocieras de siempre...
(quién eres tú que sin conocerme me conoces)
Me desbordas, me emocionas, me llenas, me enamoras, me calmas, me agitas, me amansas, me seduces, me fascinas, me rompes en mil pedazos y me rehaces a tu antojo... y aún así a veces te veo dudando de lo que tu sola existencia provoca en mí.
Me alimentas con tus besos, bebo de tu alma, te respiro... y tú te comes la noche en mi piel... y yo me como tu piel con ansias eternas...
Desabrochas mi deseo con un roce de tus ojos... y tus ojos son infinitos... y tu alma es como la mía. Tú... mi razón y mi locura, mi anhelo, mi tormento, mi obsesión... tú eres mi propósito, mi intención y mi fin... mi fin... morirme en ti para renacer contigo.
A ti... que viajas en mis ojos, en mi mente y en mi cuerpo, te regalo mi mundo que es lo único que tengo.
A ti... que eres mi mejor secreto.
Agosto 2006 |