Aquí, entre la autocompasión
de los años perdidos, desperdigados,
moviéndome con muletas de ceniza,
entre las fotos y la memoria:
traicionera, perversa, senil.

Aquí, entre el ruido de la tele,
rebuscando en las imágenes tu rostro;
junto a mi cama te estoy viendo,
figura de humo y hojarasca
títere inmóvil del tiempo.

Aquí, entre los papeles en blanco,
los cheques, las tarjetas y las cuentas,
la saliva que se esparce, que inunda,
la sangre que derrama el aire,
los silencios asesinos, los gritos.

Aquí, entre la lluvia de enero,
el cansancio, la costumbre, la basura,
viendo una luna de abril permanente,
atorado en la caricia de tu mano,
en la nada, el llanto y el hartazgo.

Aquí, entre películas románticas,
en una habitación desordenada,
con un gato que maúlla y desespera,
unos peces que olvidan cada treinta segundos
con tu vida que no me toca, no me atrapa.

Aquí, entre mis pies callosos,
debajo de la pelusa de mi ombligo,
en las sombras de mis ojeras,
en el salvajismo de tus uñas,
en la tristeza de ti, de mí, de nada...