Inasticlt, corría y corría, para avisar a los suyos, que hombres dioses habían desembarcado en las playas de Yucatán, venían montados en monstruos y vestidos en armaduras pesadas y sus botes lanzaban fuego a la distancia, de más de una lanza o de una flecha.
Rápido, rápido mascullaba, mientras iba saltando las matas del bosque que tan bien conocía; debo llegar al poblado en donde vivían los suyos, guardando la ciudad de los dioses abandonada, con sus pirámides llamada Chichen Itza.
Corre guerrero, con la nueva de los dioses barbados, con el agotamiento a flor de piel. Cuando una voz le dice: ¿A dónde vas guerrero jaguar? Inasticlt viéndola le dice: Tzabcán (serpiente de cascabel) debo llegar a mi pueblo para la buena nueva: Los dioses han llegado en sus botes grandes como casas y en dos kines (días) debo hacerlo.
Guerrero no te preocupes, yo la diosa de los bosques ya sabía de su llegada. No olvides que Kukulkán (Serpiente emplumada) lo predijo, pues él era también un dios barbado que llegó con el Matlactili (Primer sol después del diluvio).
Descansa díjole la serpiente: Ven bajo estos árboles, se acerca la noche y Camazotz el murciélago, si te encuentra te arrancará la cabeza. Inasticlt, la miro y el cansancio hizo el resto. Mientras la serpiente le decía: Eres un guerrero Jaguar, valeroso, intrépido, no debes temer a los nuevos dioses, ellos traen la ciencia que viene del paraíso y el guerrero maya cerro sus ojos.
Dos días durmió. Arrodillado recibía la lluvia que le enviaba Tláloc quién le decía entre truenos. ¿Que haces ahí durmiendo mientras tu pueblo sufre la muerte más horrenda? Inasticlt, señalando al bosque dijo: Maldita serpiente, dando de puños a la madre tierra. ¿Dónde te encuentras engendro vil de Ahau Can (gran señor serpiente) Solo le respondía el silbido de la víbora, confundido con la lluvia.
Llegó a su poblado. Estaba en llamas y destruido, desesperado busco a su mujer y sus dos pequeños; los halló muertos, como todos los demás. Se fue dejándolos en manos de Ahau Can. Llevaría la noticia a otros poblados, que la codicia y la maldad habían llegado a Meso América.
Los dioses blancos y barbados no eran los descendientes de Kukulkán, el dios bueno que les había enseñado la agricultura, la astronomía, las matemáticas y la arquitectura.
Desde esos tiempos que el pueblo maya mata y destruye a las víboras por engañosas y viles. Si te acercas a una de ellas oirás como te dicen, descansa, tú eres el mejor silbando por lo bajo.
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