Hay aromas antiguos, que la vida
se ha llevado tan lejos...
Como el olor del campo en el invierno,
leña quemándose para entibiar el sueño,
en el viejo fogón de los abuelos.
Como el olor de la colonia Inglesa,
que se escapaba del baúl austero,
donde dormía el ajuar bordado,
cuando aún eran novias las abuelas.
Hay perfumes que se ha llevado el tiempo,
el de toallas secadas en el viento
impregnado de azahares verdaderos.
Y el de lavanda fugándose discreto
entre prendas de satén y terciopelo.
Sobre el tocador de mármol, con espejos,
el cepillo de cerdas rubias huele
a jabón Manuelita, como un sueño.
Y si abro las puertas del ropero,
aún aroma el alcanfor y el heno,
camisones y enaguas primorosas,
Junto a un ramito seco de romero.
Hay aromas de infancia, inolvidables,
que de tiempo en tiempo me regresan,
evocando lugares y presencias,
en la alquimia fugaz de algún momento |