Sinuosa belleza. Movimiento reptante desde tu pensamiento hasta tu voz. El abismo convertido en palabra. Miserables en esencia. Mezquinas e indigestas como un pecado, alabado por algún adepto a ti. Miserables, las palabras en tu boca, cuando hablan del amor que me profesas. Falacias, en su principio y en su fin. Belleza, transformada desde tu ser en miseria. Miserables tus palabras, y por ello... miserable tú.
Texto agregado el 17-12-2008, y leído por 142 visitantes. (1 voto)