En un municipio de la provincia La Vega, escondido en el cibao central se daba el primer picazo de lo que sería la salvación de la región según decía el síndico Primitivo Mercado en su discurso.

En la actividad asistieron autoridades del gobierno central y los ejecutivos del consorcio canadiense que desarrollarían el proyecto minero en la zona de Jima Abajo, era una gran bendición para la población de la provincia y para todo el país según se decía.

Algunos rebeldes de los que se hacen llamar medioambientalitas se opusieron al proyecto rotundamente, alegando la falta de estudios de impacto ambiental entre otros requisitos y advirtieron posibles consecuencias negativas si se explotaba la mina de ferroníquel en tales condiciones.

En algunas protestas solo se escuchaba la consigna: “Estamos hartos de los proyectos de explotación minera que generan grandes riquezas y nos dejan una gran pobreza”

El sector rebelde fue silenciado a través del dialogo, opresión y mucho dinero, así continuó el desarrollo para el municipio de Jima Abajo.

Después de mucho tiempo, cuando sacaron todo el metal de la zona, el hermoso paisaje de Jima Abajo en el cual siempre predominaba el verdor y el agradable olor de la gran diversidad de flores, estaba totalmente transformado y se veía como en las escenas finales de una película de guerra en medio oriente.

PRIMER FINAL:
Cuando el consorcio extranjero tenia su equipo listo para marcharse, de repente entró una temporada de lluvia de burriquito emparejao, donde el agua corría en caudales en todas direcciones y el poblado de Jima Abajo fue arrastrado mucho más abajo por las inclemencias del tiempo.

Todo quedó desordenado y empaquetado, los muertos por montón y enterrados entre los escombros de sus antiguas propiedades.

Para los sobrevivientes llegaron muchísimas donaciones de países muy generosos, llegó una donación muy especial desde Toronto, un furgón de ollas de ferroníquel de un costo muy elevado en dólares.

SEGUNDO FINAL:
Cuando la empresa terminó la explotación, llevándose grandes riquezas y dejando increíbles pobrezas, algunos congresistas fueron al lugar para observar el avance de la región y se dieron cuenta de la gran devastación, entonces con lagrimas en los ojos concluyeron: indudablemente no podemos conformarnos con esas miserables comisiones en pesos que nos dan los INVERSIONISTAS EXTRANJEROS, a partir de ahora debemos cobrarlas en dólares o en euros.