Cariacontecido y con esas ganas de ver el rojo púrpura que siempre veía cuando se ponía en ese estado, el viejo escritor, se había puesto peor aún, al saber que todo lo que antes le inspiraba a escribir, había desaparecido por completo.
Su máquina moderna y sus dedos aún con potasio, ya no le eran útiles, ya que las cosas le habían dado la espalda… Él abría la ventana para ver el ocaso, y el sol se apuraba para no dejar rastros de ese rasguño anaranjado; miraba el borde de una taza, y este se rompía haciendo que sus moléculas le seas inservibles;…El viejo asustado había llegado cojeando a su cama, donde su mujer aún dormía, entonces, cuidadosamente, se había puesto alado de su mujer, para lograr la inspiración que nunca fallaba… Ella, sin dejarle pensar, se había despertado y con la poca fuerza que tenía, le había encajado un lapo. Él, desesperado, había tratado de sacar, aunque sea un gramo de inspiración de aquel lapo, y lamentablemente no pudo… El viejo escritor, creyó ya no tener el don… Entonces con el sentimiento que no conocía, se había puesto a destruir todo a su alcance, tratando de sacar algo… Pues era increíble… Nada funcionaba.
Ya todo quemado y destruido había quedado; habiendo jurado ya nunca más escribir…
De pronto, algo había brotado del negro suelo… Sí, era un hílo de la más pura inspiración.
Will
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