Avivó el fuego en el hogar, con cuidado acomodó otro leño y mirando como poco a poco prendía, se volvió a sentar en el sillón.
Escuchaba los ruidos de la cocina que se mezclaban con el crepitar de la leña, su mujer preparaba la comida.
Otro año más.. , Otro año que, según dicen, se va.
– No sé.. – pensaba - para mí no se va – y se sumergió en los recuerdos.
Qué cómodo que estaba.. Entrecerró los ojos para aumentar la sensación de paz que poco a poco se adueñaba del.. Quien le viera creería que comenzaba a dormir.
Las imágenes.. Como páginas de un libro inacabado, surgen del interior.
Los tres hijos que tuvieron.. Sus estudios.. El del medio termina la carrera en aquella universidad.. ¿Cómo se llamaba?.. No importa.. Al mayor que no le interesó estudiar parecía feliz haciendo chapuzas.. Y él más chico.. Ese si duele aún. El tiempo le llevó por un sutil camino, a ver que nunca se tiene razón. La distancia, primero de posiciones y después física no ayudo a resolver sus diferencias. Hoy lamenta la falta de oportunidad para ello.
Recuerda aquel día, con 27 años, que comenzó a trabajar como ayudante de cocina, y gracias a eso conoció a la que hoy era su esposa. Aún siente esa mezcla de tormenta y armonía que nació con ella. Es como volver a casa, es en realidad entrar en casa, sí, eso es el amor.
Su primera casa, aquél apartamento que daba a la plaza, el tercer piso de cinco, dónde siempre faltaba algo, el agua caliente, la luz del pasillo, la puerta que no cierra.. En fin.. En realidad se divertían con eso.. Era como decía su mujer.. La magia del desconcierto.. Vivir una pequeña aventura cada día al llegar.
Cuando montó el restaurante, la ilusión de estar haciendo lo que le gustaba, mitigaba las dificultades económicas que suponía. Claro, en ese momento, ni se imaginó que su mujer quedaría embarazada el mismo día que abrió.. Vaya festejo.. Y bueno.. La idea de tener un hijo ayudo a que todo se presentara, como algo que tenía fácil solución.
Desde luego estaban todos los cumpleaños, el nacimiento de sus cuatro nietos, los casamientos, unos tradicionales y otros no tanto, como la decisión de vivir juntos de uno de ellos y que contra pronóstico, funcionaba hasta el día de hoy, sin revelar diferencia alguna con un matrimonio.. Más legal.. Por decirlo de alguna manera.
El año que se retiró del trabajo activo, superó esa pequeña depresión, que siente él que no tiene nada qué hacer. Sí, creo que fue ese año cuando aprehendió que la vida es un hacer constante, cambiante pero constante.
Ese hacer, como lo entendía hasta entonces, tomó una dimensión nueva para él, descubrió la existencia del día a día, del instante a instante, que pasa desapercibido cuando estamos en la dinámica del trabajo continuo.
En su interior sabe que todo es igual, que la vida y la felicidad es la suma de todo.. Risas y lagrimas.. Alegrías y tristezas.. Bonanza y austeridad.. Ahora todo parecía encajar en una armonía del vivir, que lo meció en una tranquilidad nueva y definitiva.
El fuego aún ardía mostrando espontáneas llamas, cuando su mujer lo toca, sólo para comprobar, que ya no estaba allí.
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