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Me dicen que después de los veintiocho
uno debe empezar a ser discreto
y aprendiendo a callar, casi en secreto,
comenzar a volverse un viejo chocho.
Pero yo, todavía, ante un bizcocho
tapatío me pongo muy volqueto;
soy de Jalisco el cuate más coqueto
y doy más serenatas que un jarocho.
Yo sé que cuando cumpla los ticinco
voy a dar, todavía, más de un brinco
ante la envidia absurda de la gente
Por eso ante la edad guardo la calma,
porque el motor del cuerpo está en el alma
y hay pitos que se soplan con la mente. |
Texto agregado el 14-12-2008, y leído por 238
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