El concurso de creadores reunía cada año a miles de entusiastas. Se conmemoraba el centenario del evento y el reto se mostraba particularmente atractivo: crear un ser humano. No habría restricción alguna, se permitieron científicos, artesanos, rabinos y aun nigromantes. El último concursante fue un viejo con barba de años que firmó en letra clara: Dios.

El primer finalista presentó un humanoide casi perfecto: Kamila, era una rubia bellísima que hablaba en perfecto inglés y cuyas proporciones anatómicas dejaron boquiabiertos a los caballeros y ojiabiertas a las damas presentes. Contaba con órganos biomiméticos y dispositivos biónicos de materiales livianos inoxidables, irrompibles e increíbles.

El segundo finalista puso a santiguarse a algunos presentes e hizo retirar a los pudorosos, sería la primera demostración pública de un ser humano clonado. Helena. Una trigueña preciosa con no menos curvas que la primera dotada de un exquisito fenotipo de ingeniería genética.

El auditorio estaba conmocionado, las preferencias divididas entre la rubia y la trigueña se expresaban con gritos desaforados, vivas de júbilo y exclamaciones obscenas. La concurrencia esperaba impaciente e incrédula a un tercer finalista. Entre muñecos de movimientos torpes y hologramas inconsistentes apareció el viejo quien sin decir una palabra se sentó frente a su rueda de alfarero y empezó a moldear una arcilla oscura. En siete segundos creó un varón perfecto: Jesús, quien caminaba, reía, hablaba, sentía y sufría como humano.

La decisión la daría la entrevista. Helena impecable llevó a los caballeros a la locura, pero el éxtasis terminó cuando recalcó la importancia del amor, la fidelidad y el matrimonio. El varón con palabras sabias y porte gallardo derritió a las asistentes hasta que habló de la pobreza, de las escrituras y del juicio final. Sin dejar de sonreír, Kamila desfiló, cantó, bailó, lució la última colección de verano, todo sin una gota de sudor; sin molestarse en responder las preguntas se llevó sin objeción el primer puesto.


/Dedicado a nuestra era, la del espectáculo/.