El Último Adiós



La tibieza de la noche me trae tu voz, por los aires escucho aquella sublime canción… El invierno pasó.

Las delicadas azucenas muestran sus caritas marchitas por la desolación

El aguacero cae. Cae sobre la cabeza de espanto que te vio correr por las calles de aquel callejón

En el muelle cedieron tus ansias de alcanzar el cielo con tus manos, torbellinos de colores alfombraron las ultimas pisadas de tus pasos.

Mi piel empieza a sentir tu falta no, porque fuéramos algo, sino porque nací de ti.

Un espejismo en mis ojos me trae el recuerdo de tus grandes brazo ¡tanto te ame!

La distancia indudablemente es una arma de muchos filos que hace reteñir los dientes.

Es que acaso ¿Era tu hora?

Laberintos negros abren paso como a matorrales altos espesos de dolor.

Te veo taciturno sentado en la silla pensando en la víspera de la mortal encrucijada.

¡Hay que ser valiente! Y aun así no pude retenerte

La humedad de los cristales borbotean manantiales que se pierden con el viento

El vértigo retiñe en mis oídos, un campo sagrado se levanta ante mi, el ocaso resplandece es el umbral de los inciertos.

Siento que no hay retorno, lo siento así, borracho el viento que sacude mi pelo y al final me quedo aquí…si solo soy una vasija de barro.

Volveré a mi rincón allí esperaré calmadamente.