Adivino que eres,
lo que siempre he buscado,
que tienes en tu carne,
la cura de mi llanto,
porque lo tienes todo,
a flor de piel, lo palpo,
lo siento, lo respiro,
lo amo, lo idolatro.
(Debajo de las uñas,
sobre el labio entornado,
al borde de tus manos,
en tu costado claro.)
Adivino que traes,
locuras necesarias,
los sueños olvidados,
antiguos calendarios,
las horas divididas
en pequeños milagros,
reinaugurados ritos
de amaneceres largos,
y la dulce congoja
de pecados mundanos.
(las prohibidas ofrendas
de mi sed en tu cama
y tu vino maduro
en la copa del alba.)
Porque lo tienes todo,
y todo yo esperaba,
mi gesto te celebra,
y en todos los lugares
el universo canta.
Porque todo lo tienes,
adivino que llegas
desde vidas lejanas.
Ay como se retuerce de placeres prosaicos,
dentro de nuestras almas,
un cuerpo enamorado!
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