Si en la tempestad interna
sentimos el frió del invierno.
Si la oscura nieve arde en llamas.
¿Dónde estamos?
vuelan pájaros de colores y
anidan en el árbol marchito por las lluvias.
Forjan arco iris blanco y negro.
Sendero creado para encontrar
el cofre de los encantos o el tesoro de algún moribundo que alguna vez gritó:
¡Encontré la salida!
Sí en los sueños se ve el aliento de una alma penosa y en el poso el agua que llena esa pena.
¿Se crearían continentes de angustias?
¿Una isla de lágrimas entre los gritos de un socorro intenso?
Vuelan gorriones.
Sube la marea.
Caen torturas sobre la carne fresca.
Cadáveres apilados como torres.
Cae la noche y las estrellas se
sumergen en el río moribundo.
Una lágrima llena el vaso,
brindis acompañado por fríos pensamientos.
Sentimientos, cadenas.
¿Cuál es la tortura?
Un cuerpo silencioso al lado de un árbol viaja al mundo de la perdición.
Vivo
jugó con los brazos de la muerte.
Olvidado
compró el pasaje al floreado frió.
El diluvio en sus ojos derribo
pupilas a través de los parpados.
¿Cayó al refugio coral?
¿Será abrigado por un pez?
Si el carnero diabólico forjó el camino.
¿Saltó entre los corderos inocentes?
El impacto lo enloqueció
fue uno más del rebaño en los ojos de la noche.
Amo de la codicia.
Señor de amarguras.
Buscas una canción funeraria,
réquiem doloroso que acune el descanso.
¡Tiéndete en la cama de madera!
Pieza pequeña decorada con huesos.
Cierra los ojos y duerme
hasta que baje la marea del cielo.