Un millón y más, parecían las veces que se fijaba en los números del gran calendario que tenía puesto en su enorme pared de sala… El contento cronopio, no sabía lo que esperaba, en realidad, solo esperaba por órdenes de un fama que ya hacía más de un mes que descansaba en paz; pues la vida le había jugado mal… En fin, el cronopio joven, que tenía 33 días más para contemplar su gran almanaque, había decidido hacerlo de la mejor forma: Buscó los mejores fosforescentes para marcar las fechas, también había comprado un reloj de arena, eso, por lo fascinante que le parecía el poder observar con detenimiento el caer de los granitos de arena, y por supuesto, escuchar el atardecer, anochecer, amanecer de todos esas venturosas jornadas.
Sentadito, verde y con toda la paciencia que tenía, lograba mantenerse con una amplia sonrisa; sin olvidar el aroma a marcador fosforescente, que no le afectaba en nada… Ya que era el día 33 y la estaba pasando mejor que los pasados días. Él quería para siempre esperar, ya que le parecía muy hermoso, eso de esperar y esperar…
No faltan las malas compañías. Se adentró una estrella fugaz, con la fuerza de mil camiones, justo en medio de su sabrosamente eterna espera… Haciendo añicos su felicidad, su música y su gran almanaque. El cronopio mal herido no dudó en maldecir a la bella y fogosa estrella.
Will
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