Solo ves gotas de lluvia,
A través de la ventana,
Solo ves gotas de lluvia,
Soles de oro,
Lunas de plata…


Aquella cortina, acariciando suavemente sus piernas cada vez que se asoma a la ventana, guardaba el castillo de la dama de la coleta de mermelada.

La persiana dibujaba miles de diamantes de luz en la pared cada mañana, y algunos de ellos (solo algunos) eran afortunados de poder posarse sobre su espalda. Con una taza en una mano, mueve con la otra la pared de cristal del salón, para poder oler la brisa de la mañana mezclarse con el aroma de su café. Y observando el mundo, desde su torre de marfil, sueña con historias fantasticas y mundos mejores.

La música (muy bajita) que se escucha desde el salón entra en armonía con el aire y el café, sumiéndola en un momento perfecto para soñar…

Dream on, Dream on,
Dream yourself a dream come true,
Dream on, Dream on,
Dream until your dream con true,
Dream on, Dream on, Dream on....

Y soñó, soñó con mil amaneceres en la arena de la playa, protegida por una manta en la que se podía leer “la vida es sueño, y los sueños sueños son”. Soñó con mil canciones susurradas al oído, mientras olía el rojo de mil cerezas a los pies de una cama, en la que solo estaba permitido soñar. Soñó con un vestido de pétalos de rosa, y un castillo en el aire en el que poder vivir sus sueños, sueños con rumor de caracolas…

Abrió los ojos y bebió un poco mas de aquel café, sus piernas se despidieron de la cortina, que se deslizó entre ellas en ademán de despedida. Cerró la ventana y dejó la taza de café en la cocina, se tumbo en la cama con un bol lleno de cerezas.

Tumbada boca arriba, con la mano derecha tras la cabeza, y con la izquierda trasladando las cerezas de aquel frío bol a la dulce muerte de sus labios. Observaba los diamantes de luz proyectados por la cortina, los afortunados, recostados ahora sobre su torso, y uno de ellos (quizás el mas afortunado) descansaba en su ombligo.

Casualmente, una de las cerezas escapó de su mano, y rodando se refugio en su ombligo, donde el brillo de la luz, la convertió en un diamante redondo, acabado en un gracioso rabillo verde.

Entonces Dream subió a la cama desde sus pies y avanzo con sus felinos movimientos acariciando sus piernas, y recostándose sobre su ingle para comerse aquella cereza descarriada. Dream, torcía la cabeza mirándola, con un gesto de dulzura y complicidad. Ella lo miro a el, y sonrió, cuando vio que a Dream aun le sobresalía el rabillo de la cereza de la boca, ella entorno los ojos y pensó, que los sueños tenían mil formas y que los diamantes iban cambiando hasta que todos se parecían a su gato.



Dream se durmió en su ombligo, quien sabe si ese era su sueño para el…