La aproximación menguante de un iluso caprichoso,
como la performance encabriolada de un ser de ojos tibios.
… vozarrón de escorias ad potas de un inminente desastre.
El grito-anuncio de la toma forzosa de tu castillo eternamente protegido.
¡Te digo!… ¡sin mediar explicaciones te llega un proyectil!,
y sudas,
y la fiebre te hace delirar,
y la noche se hace infinita,
… te das cuenta de tu ingenua forma ante el peligro.
Tu, si, tu vives en la guardilla pegajosa,
la muerte te visita,
te acaricia el cuerpo,
te deja una flor gélida sobre el pecho,
y te dice:
“no te preocupes… pronto volveré”.