La oscuridad inunda mis ojos.
¡ Cuántos alaridos de horror escucho surgir !
No veo nada, la negrura me acompaña.
Siento levitar mi cuerpo en abismo de negrura.
Un gemido viaja en derredor y no cesa.
Cuánto frío siento invadir mi cuerpo.
¿ Qué será ? ¿ Acaso una pesadilla ?
Ahora sólo silencio. Silencio.
Veo un punto de luz, diminuto en la lejanía.
Y la oscuridad se torna más inmensa.
Intento gritar pero el aliento huye de mí.
Ese punto de luz desaparece, y otra vez el silencio.
¿ Oh dioses del Negro Abismo qué deparan a mi alma ?
Guardáis secretos de indescriptible horror en tu reino.
Escondéis misterios de eras arcanas, olvidadas en el tiempo.
¡ Ay qué soledad atormenta a mi espíritu,
cuánto dolor siento en mi cuerpo,
cuán irrazonable has vuelto mi vida !
Cada vez más pesada tornas la negrura,
que carcome el más recóndito nervio,
exigiendo tributo en inmisericorde invocación.
Y en la desolación de mi existencia, yo te canto:
“ Oh Oscuridad eterna,
que has dominado la inmensidad,
cesa de llamarme insistente,
pues de tu reino no soy parte.
Invoca a aquellos demonios perversos,
de siniestros cuerpos y nefasto pensamiento,
ellos son tus aliados en las tinieblas.
No lastimes más las heridas de mi alma,
¡ Aléjate de mi horrorosa madre del Infierno !
Busca a aquellos que deseen la Muerte,
pues tú eres su faro en el rumbo desconocido.
Libera mis ojos de tus garras arpía cruel,
déjame ver el Abismo Negro donde resguardas,
la infinita mueca de pavor y sufrimiento “ |