Corría el 08 de Mayo por allá por 1960. Una mañana, a primera hora de clases, la profesora Doña Telma Jiménez, dispuso que cada uno de sus alumnos de 3era básico, hicieran una breve composición a la madre. Todos tomaron sus lápices y el cuaderno, menos un alumno el cual pidió una hoja a un compañero y con su pedacito de lápiz de carbón que le quedaba, intento componer.
Una hora más tarde, la profesora, ordenó entregaran las composiciones. Se leería a todos, la mejor. Sorpresa fue para la profesora, cuando un papel en blanco, llegó hasta ella. Solamente había, una macha de humedad y el nombre del alumno Juan Chávez Chávez
La profesora muy seria y pidiendo explicación, exigió al niño escribir, de lo contrario lo calificaría con una nota “1” en castellano y a partir de ahora te sientas adelante, en el escritorio del burro,¡ exclamó!. El niño esta vez, mojó tanto la hoja, que debió conseguir otra.
Al poco rato, -viendo ella- que el niño no reaccionaba y que ya era tiempo suficiente, lo llamó para que entregara lo que tenía. En el papel decía “NO TENGO MAMA, ME CRIE ENTRE LOS PERROS”.
En ese instante la profesora, mujer adulta, madre, cuarentona, fijó sus ojos en el débil niño, y pudo ver que sus ojitos, explotaban de pena y falta de amor. Se apreciaba que nunca había sido amamantado y acariciado con ternura, amor y protección. Su cuerpo aparentemente débil, demostraba falta de muchas atenciones. Sus ropas con parches, limpia pero usada, daba señales de muchas faltas más. Ahí recordó la profesora, que hacía ya más de dos años una abuelita, había bajado de los cerros de Mulchén hasta la escuela, a matricular a su nieto. Durante todos esos años, la profesora nunca había tenido la oportunidad de enterarse de la verdad.
El niño había cumplido de alguna forma, todas las exigentes pruebas de la edad, menos la falta de amor maternal.
La profesora, levantó al niño del escritorio de los burros y lo dejó en su asiento normal. No intentó pedirle nada más, ni escrito, ni oral. Recordó que el niño era tartamudo.
La historia recuerda que cuando Sanhueza, -el mejor alumno del curso- terminó de leer su composición, desde el sector donde se sentaba nuestro niño, se escuchó un extraño sollozo, que más parecía extraño gemido. La madre de Sanhueza era profesora .
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