Buenos días, señor, como siempre buenos días que la mañana es el momento más fresco del día, y viene cargada de energía. Sobre todo desde que duermo más horas y he cambiado los hábitos de desayuno, lo cual supone abandonar las prisas normales por un buen plato de fruta o un zumo de mango, o de papaya, que aquí te lo ponen sin pena.
Ya de paso cambié también las vistas de la puerta casi siempre entreabierta de mi despacho por un océano que se mueve gris y agitado, con unos cuantos señores que esperan, sentados sobre sus tablas, la próxima ola que les permita navegar sobre su cresta. Que yo no entiendo nada de surf pero debe ser así como se hace, esperando y disfrutando, parece éste un deporte de mucha paciencia.
Poca más gente en esta playa. Cangrejos sí, muchos, se deslizan de lado, muy rápidos, en busca de su agujero en la arena, … y cuánto movimiento de estos cangrejos, unos rojos, otros casi transparentes, algunos grises con puntitos. Creo que con mis huellas cerré el paso a una guarida de cangrejo, creí que era la marca de una sombrilla que hubieran plantado ayer, pero en esta playa no hay sombrillas, solo palmeras, cangrejos y surfistas. Y cuatro o cinco más como yo, así, tumbados lánguidamente sobre la arena de color avellana, sintiendo la brisa y el sol suave por encima de las nubes, que así parece que quema menos, pero engaña, este sol tropical y estas nubes son muy traicioneras.
Hay también un par de fotógrafos, y yo que actúo como tal a ratos, pero sin pretensiones, ya sabe usted. Y un grupo de pelícanos negros que vuelan a ras de las olas, como los surfistas, en bandadas de cinco o seis.
Y el color de la arena da nombre a la playa, creo que será por eso, o eso quiero creer.
P.D.:En esta playa, de vez en cuando, hay unas puestas de sol que se podría decir que el infierno se ha subido un rato al cielo, de puro rojo parece que arde.
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