Solo en medio del lujo y de las joyas se agitaba en la fiesta un coliflojo mirando ansiosamente y de reojo de los pibes los culos y las pollas. El derroche de anillos y de argollas lo hacía trepidar y en cada antojo por un bulto sus nalgas en remojo parecen un coctel de chirimoyas. Al fondo del salón el promontorio de un muchacho de egregio nalgatorio le manda una señal de bienvenida. Mira el pibe con ojos seductores y con gestos asaz provocadores sólo espera que el flojo se desida
Texto agregado el 10-12-2008, y leído por 225 visitantes. (2 votos)