Entreabro vagamente mis dormidos ojos
muevo suavemente cada músculo de mi rostro
siento la tupida tela en mi lado derecho.

Deslizo mis brazos al vacío
y siento el frescor que levanta.
Dulcemente eriza cada poro de mi piel.

Noto como mis pequeños dedos se separan,
despacio, uno a uno.
Me desplazo y toco el suelo.
Siento el contraste de mis pies, cálidos y torpes
con el gélido mármol desgastado y escurridizo.
Me incorporo tímidamente hacia el apartado ventanal.

Todo es silencio, serenidad, bienestar, sosiego, paz.
No hay color; no hay forma a mi alrededor
pero me siento protegida, confiada.

Alzo mi adormecida mano y elevo la celosía.
Descubro el diáfano cristal.
Los rayos de luz se encuentran con mis pequeñas pupilas. Parpadeo una vez, dos.

Aspiro el agradable aroma a tierra mojada
y la suave brisa del amanecer.
Siento denuevo mi piel erizada.
Contemplo el ir y venir de personas.
Un perro ladra.
Una ráfaga de viento se levanta.
Todo vuela.

Percibo el penetrante olor a café al otro lado de la habitación.
Y como cada rayo de sol calienta cada parte descubierta de mi cuerpo.

!Sí! es cierto. Pienso. existo.
Un nuevo día me ofrece la vida.
Hoy no voy a ser nadie.
Hoy voy a ser....SOLO YO.