Se marchito la rosa, sus pétalos caen lentamente,
Al compás de un viento ajeno,
Acorde a la soledad de otoño,
Pausado como el más humilde lamento,
Tan acre como el olor a olvido,
Tan vago como un sorbo de resignación.
Se siente el susurro que convoca sombras que se expanden,
Suspiros desgarradores que roban almas,
Se vuelve a escuchar el mismo designio,
Que aplaca lo que no fue,
Poco a poco.
Se siente como el color desvanece,
Como la traición crece fluidamente,
Hasta la voluntad se apaga como el fuego
Lapidario de la pasión trémula.
Se siente el frió que lastima el alma con mortal herida,
El rió que aminora su caudal,
La estrella cesa de parpadear,
Cierro los ojos y muerto en vida empiezo recordar.
La lágrima que corroe las entrañas de mi piel,
La daga que latiga el lúgubre recuerdo,
La figura oscura sin rostro ni nombre,
Bañada en sangre,
Sedienta de presagios.
Se marchito la rosa, tal como se van los días
Al bulevar de los recuerdos,
Tal como de nuestras manos se esfuman los esporádicos momentos,
Tal como se marchita mi vida,
Tal como se resigna el sueño mitigado por el dolor.
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