Llegamos de madrugada al campamento en plena selva, después de varias horas de caminar por senderos terribles, pues estos aùn salvajes lugares de Suramèrica no son precisamente caminitos para hacer camping. Nos dieron espacio en una de las varias tiendas, y nos acostamos a dormir. De pronto, una serie de estallidos, gritos y maldiciones, interrumpieron nuestro pesado sueño. Éramos solo dos mujeres en medio de un montòn de hombres armados que realmente querìan matarse. La llegada inesperada de los intrusos los tomò desprevenidos, por lo que cuando nuestra tienda se abriò violentamente y nos sacaron a rastras, alcancè a ver a travès del humo de las hogueras que habìan tratado de apagar, los cuerpos tendidos y sin vida de quienes nos habìan recibido hacìa unas horas.
Algùnos estaban vivos aùn. Lo supe cuando a mi compañera y a mi nos metieron a empujones en la tienda grande, justo en el momento que un soldado con un fuete en la mano, le daba varios golpes por la cara a uno de ellos que ya sangraba abundantemente.
Me tomaron del pelo, y me sentaron con fuerza en una silla..¿tu eres la mexicanita…no?. Vaya, y no estas tan mal…¿a que viene una muchacha como tu a este paìs…¿ a ayudar a criminales?...yo, totalmente confusa, sin saber quienes eran, apenas alcanzaba a coordinar, pensando velozmente en una respuesta que no enfureciera màs aùn al tipo aquèl…no... no...no...yò soy estudiante. Vengo por mi cuenta con el fin de documentarme para terminar mi tesis, referente a las motivaciones ideològicas y a las condiciones en que se desenvuelven los guerrilleros en este paìs…¡motivacioes ideològicas! dijo, rièndose estruendosamente, lo cual fuè coreado por los demàs compañeros que se estaban “encargando” de los otros sobrevivientes…Aquì no hay ideologías muchacha, aquì lo que hay son asesinos, invasores de territorios extranjeros…¡DELINCUENTES HIJOS DE PERRA, PUES!.
Yò, envalentonada por el miedo le dije…¿y Uds. que son?...o como puede explicar los muertos que estan afuera?...miràndome fijamente, fuè acercando su cara a la mìa, pero pocos centímetros antes de tocarla, me sonò una fuerte bofetada con la mano medio cerrada, que me dejò casi sin conocimiento, ya que alcanzò parte de mi sien….mientras me decìa…¡zorra asquerosa!...de ti me voy a encargar yò personalmente…
A mi amiga no la habìa visto durante todo este tiempo, aunque estaba segura que la habìan llevado hacia el fondo. De pronto y sin mas ni màs, aquèl barbajàn al que le decìan capitàn, ordenò a sus hombres que me llevaran a la tienda de donde me habìan sacado y que me esposaran a algo sòlido que encontraran...
Asi lo hicieron. Ademàs con las dos manos a la espalda , los pies atados por los tobillos, el ojo izquierdo casi cerrado y sangrando por la nariz... ¿a donde podrìa ir en medio de la selva y en plena noche?. Le pedì un poco de agua al soldado que me esposò, y para mi sorpresa, me diò a beber de su propia cantimplora. Logrè recostar mi cabeza que me dolìa terriblemente e intentè escuchar…se oìan como fuertes carcajadas algo lejanas, mezcladas con lo que a mi me parecieron gritos de mujer que me erizaron la piel. De pronto todo quedò en silencio.
Aunque parezca mentira, me quedè dormida. La caminata, el miedo y los acontecimientos de las ùltimas horas habìan menguada mi capacidad de resistencia y el cuerpo exigiò su cuota de descanso. De pronto, escuchè voces, màs bièn susurros, y en segundos el capitàn, armado de una botella y dos vasos, entrò con una sonrisa irònica en su rostro.
Oye niña…podemos ser amigos, disculpa mi reacciòn de antes, pero ya sabes como son estas cosas, uno recibe òrdenes y hay que cumplirlas…vamos a tomar un poquito de aguardiente que seguramente te harà bièn, y me vas diciendo la verdad del porquè tu estas aquì y tu relaciòn con estos terroristas… todo esto, mientras me extendìa una servilleta de papel. Limpia tu cara...si eres buena y amable conmigo, te doy mi palabra que saldràs ilesa de esta…Tu eres extranjera, y mi gobierno no quiere problemas con los vecinos, asi que de ti depende el que puedas irte por tu propio piè y con buena salud…Yò ya me habìa sentado en el camastro…y creo que tuve el valor, inconciente imagino, de lograr esbozar una sonrisa…El capitàn llamò al guardia de la puerta y le dijo, sàcale las esposas a la muchacha, lo cual hizo…Me sirvió un vaso de la bebida y me dijo ¡tòmatela toda!…pero yò no tomo señor…¡te la tomas…o te la tomas !…y me la acercaba a la boca con fuerza…y ahora habla…pero dime la verdad…
No habìa logrado aùn pensar en lo que podrìa responder al borracho capitàn, sabiendo como sabìa que para èl todo iba a ser mentira y que seguramente se me abalanzarìa encima, cuando llegaron haciendo ruido un nuevo grupo de hombres …de soldados…Escuchè como preguntaban por èl, que saliò apresuradamente, y le decìan... ahora mismo, en este momento hay que desalojar este lugar, porque un grupo grande de estos miserables viene hacia acà…
Volvieron a ponerme las esposas, y con algùnos de los que habìan sobrevivido y que no estaban heridos, me subieron a un jeep…le preguntè al soldado que me habìa dado agua…y mi amiga?...està en otro vehìculo, me respondiò secamente.
Llegamos sabrà Dios a donde, nos bajaron casi a rastras, y nos metieron en una especie de bodega, o galpòn grande, techado, nos ordenaron sentarnos en el suelo…No habìa dormido ni comido en las ultimas 24 horas y el ùnico lìquido que habìa pasado por mi garganta, habìa sido el agua que me diò el soldado.
Vinieron por mì, soltaron los amarres de mis tobillos y asi, esposada, me llevaron de nuevo para ser interrogada, pero esta vez el sujeto era diferente. Parecìa de màs rango, aunque yò de esto no se nada, pero mantenìa como un tipo distinto de autoridad. Me repitió la misma pregunta…en un tono casi paternal y sumamente gentil…señorita, por favor, serìa Ud. tan amable de decirme porquè estaba en el monte con esos tipos?...señor, le dije, tal como le contè a su capitàn, soy estudiante universitaria, y decidì realizar mi tesis sobre la vida, pensamiento, y motivaciones de la guerrilla en America Latina...¡No me mienta!..sabemos perfectamente que en su paìs hay quienes apoyan económicamente a esta gentuza y que a travès de personas como Ud. les hacen llegar dinero….pero yò no se nada de eso, señor, ¡se lo juro..!...y por Dios santo, podrìa decirme donde està mi amiga…?.
Fuè como si mi respuesta le hubiera golpeado la cara…se volvió violentamente, y con su mano derecha me sujeto el cabello por detràs, tirando fuertemente, hasta dejar mi nuca clavada del respaldo de la silla de metal, mientras que con la otra rasgaba mi blusa desde el cuello, poniendo sus manos sobre mis senos…tu amiga, tu amiga…esa zorra està pasàndolo mejor que tu…!, se la encarguè a unos compañeros que son especialistas en atender mujerzuelas…
Tocaron a la puerta, pasando un soldado que apenas me mirò de soslayo y acercando su boca al oìdo del que me tenìa aùn sujeta, alcancè a escuchar que le dijo…Coronel…..
Me soltò empujàndome con fuerza, y fuì a dar con la silla y mi humanidad al piso, llorando a gritos…me diò una patada sobre las costillas y me dijo…las basuras tienen mucha suerte, aquì estan los de tu embajada preguntando por tì. Vas a ir con la sargento (se referìa a una mujer que acababa de entrar), te bañaràs y cambiaràs de ropa, comeras algo y te mantendrás bièn calladita. Si durante el tiempo que estès en mi paìs abres tu sucia boca, me dijo mientras ponìa su bota fuertemente apretada sobre mi cara que estaba contra el suelo, alguien…te lo prometo..àlguien que tu quieres, pagarà por ello…
Yò inmediatamente pensè en mi amiga, claro.
Al siguiente dìa salì en aviòn hacia mi tierra, callada, tan callada que no habìa abierto la boca ni cuando me pusieron al oìdo el telèfono para saludar a mi familia que lloraba desconsoladamente…
De mi amiga, no se ha vuelto a saber nada…ella jamàs llegò a la selva, ella seguramente se extraviò…ella...¡claro que no!, jamàs fuè detenida...ella no tenìa una familia con dinero que ejerciera presiòn ante las autoridades, ella... pasò a engrosar la lista de las mujeres desaparecidas de las cuales NUNCA volvemos a escuchar…
Las mujeres sin nombre
cuento de armida martìn
Llegamos de madrugada al campamento en plena selva, después de varias horas de caminar por senderos terribles, pues estos aùn salvajes lugares de Suramèrica no son precisamente caminitos para hacer camping. Nos dieron espacio en una de las varias tiendas, y nos acostamos a dormir. De pronto, una serie de estallidos, gritos y maldiciones, interrumpieron nuestro pesado sueño. Éramos solo dos mujeres en medio de un montòn de hombres armados que realmente querìan matarse. La llegada inesperada de los intrusos los tomò desprevenidos, por lo que cuando nuestra tienda se abriò violentamente y nos sacaron a rastras, alcancè a ver a travès del humo de las hogueras que habìan tratado de apagar, los cuerpos tendidos y sin vida de quienes nos habìan recibido hacìa unas horas.
Algùnos estaban vivos aùn. Lo supe cuando a mi compañera y a mi nos metieron a empujones en la tienda grande, justo en el momento que un soldado con un fuete en la mano, le daba varios golpes por la cara a uno de ellos que ya sangraba abundantemente.
Me tomaron del pelo, y me sentaron con fuerza en una silla..¿tu eres la mexicanita…no?. Vaya, y no estas tan mal…¿a que viene una muchacha como tu a este paìs…¿ a ayudar a criminales?...yo, totalmente confusa, sin saber quienes eran, apenas alcanzaba a coordinar, pensando velozmente en una respuesta que no enfureciera màs aùn al tipo aquèl…no... no...no...yò soy estudiante. Vengo por mi cuenta con el fin de documentarme para terminar mi tesis, referente a las motivaciones ideològicas y a las condiciones en que se desenvuelven los guerrilleros en este paìs…¡motivacioes ideològicas! dijo, rièndose estruendosamente, lo cual fuè coreado por los demàs compañeros que se estaban “encargando” de los otros sobrevivientes…Aquì no hay ideologías muchacha, aquì lo que hay son asesinos, invasores de territorios extranjeros…¡DELINCUENTES HIJOS DE PERRA, PUES!.
Yò, envalentonada por el miedo le dije…¿y Uds. que son?...o como puede explicar los muertos que estan afuera?...miràndome fijamente, fuè acercando su cara a la mìa, pero pocos centímetros antes de tocarla, me sonò una fuerte bofetada con la mano medio cerrada, que me dejò casi sin conocimiento, ya que alcanzò parte de mi sien….mientras me decìa…¡zorra asquerosa!...de ti me voy a encargar yò personalmente…
A mi amiga no la habìa visto durante todo este tiempo, aunque estaba segura que la habìan llevado hacia el fondo. De pronto y sin mas ni màs, aquèl barbajàn al que le decìan capitàn, ordenò a sus hombres que me llevaran a la tienda de donde me habìan sacado y que me esposaran a algo sòlido que encontraran...
Asi lo hicieron. Ademàs con las dos manos a la espalda , los pies atados por los tobillos, el ojo izquierdo casi cerrado y sangrando por la nariz... ¿a donde podrìa ir en medio de la selva y en plena noche?. Le pedì un poco de agua al soldado que me esposò, y para mi sorpresa, me diò a beber de su propia cantimplora. Logrè recostar mi cabeza que me dolìa terriblemente e intentè escuchar…se oìan como fuertes carcajadas algo lejanas, mezcladas con lo que a mi me parecieron gritos de mujer que me erizaron la piel. De pronto todo quedò en silencio.
Aunque parezca mentira, me quedè dormida. La caminata, el miedo y los acontecimientos de las ùltimas horas habìan menguada mi capacidad de resistencia y el cuerpo exigiò su cuota de descanso. De pronto, escuchè voces, màs bièn susurros, y en segundos el capitàn, armado de una botella y dos vasos, entrò con una sonrisa irònica en su rostro.
Oye niña…podemos ser amigos, disculpa mi reacciòn de antes, pero ya sabes como son estas cosas, uno recibe òrdenes y hay que cumplirlas…vamos a tomar un poquito de aguardiente que seguramente te harà bièn, y me vas diciendo la verdad del porquè tu estas aquì y tu relaciòn con estos terroristas… todo esto, mientras me extendìa una servilleta de papel. Limpia tu cara...si eres buena y amable conmigo, te doy mi palabra que saldràs ilesa de esta…Tu eres extranjera, y mi gobierno no quiere problemas con los vecinos, asi que de ti depende el que puedas irte por tu propio piè y con buena salud…Yò ya me habìa sentado en el camastro…y creo que tuve el valor, inconciente imagino, de lograr esbozar una sonrisa…El capitàn llamò al guardia de la puerta y le dijo, sàcale las esposas a la muchacha, lo cual hizo…Me sirvió un vaso de la bebida y me dijo ¡tòmatela toda!…pero yò no tomo señor…¡te la tomas…o te la tomas !…y me la acercaba a la boca con fuerza…y ahora habla…pero dime la verdad…
No habìa logrado aùn pensar en lo que podrìa responder al borracho capitàn, sabiendo como sabìa que para èl todo iba a ser mentira y que seguramente se me abalanzarìa encima, cuando llegaron haciendo ruido un nuevo grupo de hombres …de soldados…Escuchè como preguntaban por èl, que saliò apresuradamente, y le decìan... ahora mismo, en este momento hay que desalojar este lugar, porque un grupo grande de estos miserables viene hacia acà…
Volvieron a ponerme las esposas, y con algùnos de los que habìan sobrevivido y que no estaban heridos, me subieron a un jeep…le preguntè al soldado que me habìa dado agua…y mi amiga?...està en otro vehìculo, me respondiò secamente.
Llegamos sabrà Dios a donde, nos bajaron casi a rastras, y nos metieron en una especie de bodega, o galpòn grande, techado, nos ordenaron sentarnos en el suelo…No habìa dormido ni comido en las ultimas 24 horas y el ùnico lìquido que habìa pasado por mi garganta, habìa sido el agua que me diò el soldado.
Vinieron por mì, soltaron los amarres de mis tobillos y asi, esposada, me llevaron de nuevo para ser interrogada, pero esta vez el sujeto era diferente. Parecìa de màs rango, aunque yò de esto no se nada, pero mantenìa como un tipo distinto de autoridad. Me repitió la misma pregunta…en un tono casi paternal y sumamente gentil…señorita, por favor, serìa Ud. tan amable de decirme porquè estaba en el monte con esos tipos?...señor, le dije, tal como le contè a su capitàn, soy estudiante universitaria, y decidì realizar mi tesis sobre la vida, pensamiento, y motivaciones de la guerrilla en America Latina...¡No me mienta!..sabemos perfectamente que en su paìs hay quienes apoyan económicamente a esta gentuza y que a travès de personas como Ud. les hacen llegar dinero….pero yò no se nada de eso, señor, ¡se lo juro..!...y por Dios santo, podrìa decirme donde està mi amiga…?.
Fuè como si mi respuesta le hubiera golpeado la cara…se volvió violentamente, y con su mano derecha me sujeto el cabello por detràs, tirando fuertemente, hasta dejar mi nuca clavada del respaldo de la silla de metal, mientras que con la otra rasgaba mi blusa desde el cuello, poniendo sus manos sobre mis senos…tu amiga, tu amiga…esa zorra està pasàndolo mejor que tu…!, se la encarguè a unos compañeros que son especialistas en atender mujerzuelas…
Tocaron a la puerta, pasando un soldado que apenas me mirò de soslayo y acercando su boca al oìdo del que me tenìa aùn sujeta, alcancè a escuchar que le dijo…Coronel…..
Me soltò empujàndome con fuerza, y fuì a dar con la silla y mi humanidad al piso, llorando a gritos…me diò una patada sobre las costillas y me dijo…las basuras tienen mucha suerte, aquì estan los de tu embajada preguntando por tì. Vas a ir con la sargento (se referìa a una mujer que acababa de entrar), te bañaràs y cambiaràs de ropa, comeras algo y te mantendrás bièn calladita. Si durante el tiempo que estès en mi paìs abres tu sucia boca, me dijo mientras ponìa su bota fuertemente apretada sobre mi cara que estaba contra el suelo, alguien…te lo prometo..àlguien que tu quieres, pagarà por ello…
Yò inmediatamente pensè en mi amiga, claro.
Al siguiente dìa salì en aviòn hacia mi tierra, callada, tan callada que no habìa abierto la boca ni cuando me pusieron al oìdo el telèfono para saludar a mi familia que lloraba desconsoladamente…
De mi amiga, no se ha vuelto a saber nada…ella jamàs llegò a la selva, ella seguramente se extraviò…ella...¡claro que no!, jamàs fuè detenida...ella no tenìa una familia con dinero que ejerciera presiòn ante las autoridades, ella... pasò a engrosar la lista de las mujeres desaparecidas de las cuales NUNCA volvemos a escuchar…
Las mujeres sin nombre
cuento de armida martìn
Llegamos de madrugada al campamento en plena selva, después de varias horas de caminar por senderos terribles, pues estos aùn salvajes lugares de Suramèrica no son precisamente caminitos para hacer camping. Nos dieron espacio en una de las varias tiendas, y nos acostamos a dormir. De pronto, una serie de estallidos, gritos y maldiciones, interrumpieron nuestro pesado sueño. Éramos solo dos mujeres en medio de un montòn de hombres armados que realmente querìan matarse. La llegada inesperada de los intrusos los tomò desprevenidos, por lo que cuando nuestra tienda se abriò violentamente y nos sacaron a rastras, alcancè a ver a travès del humo de las hogueras que habìan tratado de apagar, los cuerpos tendidos y sin vida de quienes nos habìan recibido hacìa unas horas.
Algùnos estaban vivos aùn. Lo supe cuando a mi compañera y a mi nos metieron a empujones en la tienda grande, justo en el momento que un soldado con un fuete en la mano, le daba varios golpes por la cara a uno de ellos que ya sangraba abundantemente.
Me tomaron del pelo, y me sentaron con fuerza en una silla..¿tu eres la mexicanita…no?. Vaya, y no estas tan mal…¿a que viene una muchacha como tu a este paìs…¿ a ayudar a criminales?...yo, totalmente confusa, sin saber quienes eran, apenas alcanzaba a coordinar, pensando velozmente en una respuesta que no enfureciera màs aùn al tipo aquèl…no... no...no...yò soy estudiante. Vengo por mi cuenta con el fin de documentarme para terminar mi tesis, referente a las motivaciones ideològicas y a las condiciones en que se desenvuelven los guerrilleros en este paìs…¡motivacioes ideològicas! dijo, rièndose estruendosamente, lo cual fuè coreado por los demàs compañeros que se estaban “encargando” de los otros sobrevivientes…Aquì no hay ideologías muchacha, aquì lo que hay son asesinos, invasores de territorios extranjeros…¡DELINCUENTES HIJOS DE PERRA, PUES!.
Yò, envalentonada por el miedo le dije…¿y Uds. que son?...o como puede explicar los muertos que estan afuera?...miràndome fijamente, fuè acercando su cara a la mìa, pero pocos centímetros antes de tocarla, me sonò una fuerte bofetada con la mano medio cerrada, que me dejò casi sin conocimiento, ya que alcanzò parte de mi sien….mientras me decìa…¡zorra asquerosa!...de ti me voy a encargar yò personalmente…
A mi amiga no la habìa visto durante todo este tiempo, aunque estaba segura que la habìan llevado hacia el fondo. De pronto y sin mas ni màs, aquèl barbajàn al que le decìan capitàn, ordenò a sus hombres que me llevaran a la tienda de donde me habìan sacado y que me esposaran a algo sòlido que encontraran...
Asi lo hicieron. Ademàs con las dos manos a la espalda , los pies atados por los tobillos, el ojo izquierdo casi cerrado y sangrando por la nariz... ¿a donde podrìa ir en medio de la selva y en plena noche?. Le pedì un poco de agua al soldado que me esposò, y para mi sorpresa, me diò a beber de su propia cantimplora. Logrè recostar mi cabeza que me dolìa terriblemente e intentè escuchar…se oìan como fuertes carcajadas algo lejanas, mezcladas con lo que a mi me parecieron gritos de mujer que me erizaron la piel. De pronto todo quedò en silencio.
Aunque parezca mentira, me quedè dormida. La caminata, el miedo y los acontecimientos de las ùltimas horas habìan menguada mi capacidad de resistencia y el cuerpo exigiò su cuota de descanso. De pronto, escuchè voces, màs bièn susurros, y en segundos el capitàn, armado de una botella y dos vasos, entrò con una sonrisa irònica en su rostro.
Oye niña…podemos ser amigos, disculpa mi reacciòn de antes, pero ya sabes como son estas cosas, uno recibe òrdenes y hay que cumplirlas…vamos a tomar un poquito de aguardiente que seguramente te harà bièn, y me vas diciendo la verdad del porquè tu estas aquì y tu relaciòn con estos terroristas… todo esto, mientras me extendìa una servilleta de papel. Limpia tu cara...si eres buena y amable conmigo, te doy mi palabra que saldràs ilesa de esta…Tu eres extranjera, y mi gobierno no quiere problemas con los vecinos, asi que de ti depende el que puedas irte por tu propio piè y con buena salud…Yò ya me habìa sentado en el camastro…y creo que tuve el valor, inconciente imagino, de lograr esbozar una sonrisa…El capitàn llamò al guardia de la puerta y le dijo, sàcale las esposas a la muchacha, lo cual hizo…Me sirvió un vaso de la bebida y me dijo ¡tòmatela toda!…pero yò no tomo señor…¡te la tomas…o te la tomas !…y me la acercaba a la boca con fuerza…y ahora habla…pero dime la verdad…
No habìa logrado aùn pensar en lo que podrìa responder al borracho capitàn, sabiendo como sabìa que para èl todo iba a ser mentira y que seguramente se me abalanzarìa encima, cuando llegaron haciendo ruido un nuevo grupo de hombres …de soldados…Escuchè como preguntaban por èl, que saliò apresuradamente, y le decìan... ahora mismo, en este momento hay que desalojar este lugar, porque un grupo grande de estos miserables viene hacia acà…
Volvieron a ponerme las esposas, y con algùnos de los que habìan sobrevivido y que no estaban heridos, me subieron a un jeep…le preguntè al soldado que me habìa dado agua…y mi amiga?...està en otro vehìculo, me respondiò secamente.
Llegamos sabrà Dios a donde, nos bajaron casi a rastras, y nos metieron en una especie de bodega, o galpòn grande, techado, nos ordenaron sentarnos en el suelo…No habìa dormido ni comido en las ultimas 24 horas y el ùnico lìquido que habìa pasado por mi garganta, habìa sido el agua que me diò el soldado.
Vinieron por mì, soltaron los amarres de mis tobillos y asi, esposada, me llevaron de nuevo para ser interrogada, pero esta vez el sujeto era diferente. Parecìa de màs rango, aunque yò de esto no se nada, pero mantenìa como un tipo distinto de autoridad. Me repitió la misma pregunta…en un tono casi paternal y sumamente gentil…señorita, por favor, serìa Ud. tan amable de decirme porquè estaba en el monte con esos tipos?...señor, le dije, tal como le contè a su capitàn, soy estudiante universitaria, y decidì realizar mi tesis sobre la vida, pensamiento, y motivaciones de la guerrilla en America Latina...¡No me mienta!..sabemos perfectamente que en su paìs hay quienes apoyan económicamente a esta gentuza y que a travès de personas como Ud. les hacen llegar dinero….pero yò no se nada de eso, señor, ¡se lo juro..!...y por Dios santo, podrìa decirme donde està mi amiga…?.
Fuè como si mi respuesta le hubiera golpeado la cara…se volvió violentamente, y con su mano derecha me sujeto el cabello por detràs, tirando fuertemente, hasta dejar mi nuca clavada del respaldo de la silla de metal, mientras que con la otra rasgaba mi blusa desde el cuello, poniendo sus manos sobre mis senos…tu amiga, tu amiga…esa zorra està pasàndolo mejor que tu…!, se la encarguè a unos compañeros que son especialistas en atender mujerzuelas…
Tocaron a la puerta, pasando un soldado que apenas me mirò de soslayo y acercando su boca al oìdo del que me tenìa aùn sujeta, alcancè a escuchar que le dijo…Coronel…..
Me soltò empujàndome con fuerza, y fuì a dar con la silla y mi humanidad al piso, llorando a gritos…me diò una patada sobre las costillas y me dijo…las basuras tienen mucha suerte, aquì estan los de tu embajada preguntando por tì. Vas a ir con la sargento (se referìa a una mujer que acababa de entrar), te bañaràs y cambiaràs de ropa, comeras algo y te mantendrás bièn calladita. Si durante el tiempo que estès en mi paìs abres tu sucia boca, me dijo mientras ponìa su bota fuertemente apretada sobre mi cara que estaba contra el suelo, alguien…te lo prometo..àlguien que tu quieres, pagarà por ello…
Yò inmediatamente pensè en mi amiga, claro.
Al siguiente dìa salì en aviòn hacia mi tierra, callada, tan callada que no habìa abierto la boca ni cuando me pusieron al oìdo el telèfono para saludar a mi familia que lloraba desconsoladamente…
De mi amiga, no se ha vuelto a saber nada…ella jamàs llegò a la selva, ella seguramente se extraviò…ella...¡claro que no!, jamàs fuè detenida...ella no tenìa una familia con dinero que ejerciera presiòn ante las autoridades, ella... pasò a engrosar la lista de las mujeres desaparecidas de las cuales NUNCA volvemos a escuchar…
Las mujeres sin nombre
cuento de armida martìn
Llegamos de madrugada al campamento en plena selva, después de varias horas de caminar por senderos terribles, pues estos aùn salvajes lugares de Suramèrica no son precisamente caminitos para hacer camping. Nos dieron espacio en una de las varias tiendas, y nos acostamos a dormir. De pronto, una serie de estallidos, gritos y maldiciones, interrumpieron nuestro pesado sueño. Éramos solo dos mujeres en medio de un montòn de hombres armados que realmente querìan matarse. La llegada inesperada de los intrusos los tomò desprevenidos, por lo que cuando nuestra tienda se abriò violentamente y nos sacaron a rastras, alcancè a ver a travès del humo de las hogueras que habìan tratado de apagar, los cuerpos tendidos y sin vida de quienes nos habìan recibido hacìa unas horas.
Algùnos estaban vivos aùn. Lo supe cuando a mi compañera y a mi nos metieron a empujones en la tienda grande, justo en el momento que un soldado con un fuete en la mano, le daba varios golpes por la cara a uno de ellos que ya sangraba abundantemente.
Me tomaron del pelo, y me sentaron con fuerza en una silla..¿tu eres la mexicanita…no?. Vaya, y no estas tan mal…¿a que viene una muchacha como tu a este paìs…¿ a ayudar a criminales?...yo, totalmente confusa, sin saber quienes eran, apenas alcanzaba a coordinar, pensando velozmente en una respuesta que no enfureciera màs aùn al tipo aquèl…no... no...no...yò soy estudiante. Vengo por mi cuenta con el fin de documentarme para terminar mi tesis, referente a las motivaciones ideològicas y a las condiciones en que se desenvuelven los guerrilleros en este paìs…¡motivacioes ideològicas! dijo, rièndose estruendosamente, lo cual fuè coreado por los demàs compañeros que se estaban “encargando” de los otros sobrevivientes…Aquì no hay ideologías muchacha, aquì lo que hay son asesinos, invasores de territorios extranjeros…¡DELINCUENTES HIJOS DE PERRA, PUES!.
Yò, envalentonada por el miedo le dije…¿y Uds. que son?...o como puede explicar los muertos que estan afuera?...miràndome fijamente, fuè acercando su cara a la mìa, pero pocos centímetros antes de tocarla, me sonò una fuerte bofetada con la mano medio cerrada, que me dejò casi sin conocimiento, ya que alcanzò parte de mi sien….mientras me decìa…¡zorra asquerosa!...de ti me voy a encargar yò personalmente…
A mi amiga no la habìa visto durante todo este tiempo, aunque estaba segura que la habìan llevado hacia el fondo. De pronto y sin mas ni màs, aquèl barbajàn al que le decìan capitàn, ordenò a sus hombres que me llevaran a la tienda de donde me habìan sacado y que me esposaran a algo sòlido que encontraran...
Asi lo hicieron. Ademàs con las dos manos a la espalda , los pies atados por los tobillos, el ojo izquierdo casi cerrado y sangrando por la nariz... ¿a donde podrìa ir en medio de la selva y en plena noche?. Le pedì un poco de agua al soldado que me esposò, y para mi sorpresa, me diò a beber de su propia cantimplora. Logrè recostar mi cabeza que me dolìa terriblemente e intentè escuchar…se oìan como fuertes carcajadas algo lejanas, mezcladas con lo que a mi me parecieron gritos de mujer que me erizaron la piel. De pronto todo quedò en silencio.
Aunque parezca mentira, me quedè dormida. La caminata, el miedo y los acontecimientos de las ùltimas horas habìan menguada mi capacidad de resistencia y el cuerpo exigiò su cuota de descanso. De pronto, escuchè voces, màs bièn susurros, y en segundos el capitàn, armado de una botella y dos vasos, entrò con una sonrisa irònica en su rostro.
Oye niña…podemos ser amigos, disculpa mi reacciòn de antes, pero ya sabes como son estas cosas, uno recibe òrdenes y hay que cumplirlas…vamos a tomar un poquito de aguardiente que seguramente te harà bièn, y me vas diciendo la verdad del porquè tu estas aquì y tu relaciòn con estos terroristas… todo esto, mientras me extendìa una servilleta de papel. Limpia tu cara...si eres buena y amable conmigo, te doy mi palabra que saldràs ilesa de esta…Tu eres extranjera, y mi gobierno no quiere problemas con los vecinos, asi que de ti depende el que puedas irte por tu propio piè y con buena salud…Yò ya me habìa sentado en el camastro…y creo que tuve el valor, inconciente imagino, de lograr esbozar una sonrisa…El capitàn llamò al guardia de la puerta y le dijo, sàcale las esposas a la muchacha, lo cual hizo…Me sirvió un vaso de la bebida y me dijo ¡tòmatela toda!…pero yò no tomo señor…¡te la tomas…o te la tomas !…y me la acercaba a la boca con fuerza…y ahora habla…pero dime la verdad…
No habìa logrado aùn pensar en lo que podrìa responder al borracho capitàn, sabiendo como sabìa que para èl todo iba a ser mentira y que seguramente se me abalanzarìa encima, cuando llegaron haciendo ruido un nuevo grupo de hombres …de soldados…Escuchè como preguntaban por èl, que saliò apresuradamente, y le decìan... ahora mismo, en este momento hay que desalojar este lugar, porque un grupo grande de estos miserables viene hacia acà…
Volvieron a ponerme las esposas, y con algùnos de los que habìan sobrevivido y que no estaban heridos, me subieron a un jeep…le preguntè al soldado que me habìa dado agua…y mi amiga?...està en otro vehìculo, me respondiò secamente.
Llegamos sabrà Dios a donde, nos bajaron casi a rastras, y nos metieron en una especie de bodega, o galpòn grande, techado, nos ordenaron sentarnos en el suelo…No habìa dormido ni comido en las ultimas 24 horas y el ùnico lìquido que habìa pasado por mi garganta, habìa sido el agua que me diò el soldado.
Vinieron por mì, soltaron los amarres de mis tobillos y asi, esposada, me llevaron de nuevo para ser interrogada, pero esta vez el sujeto era diferente. Parecìa de màs rango, aunque yò de esto no se nada, pero mantenìa como un tipo distinto de autoridad. Me repitió la misma pregunta…en un tono casi paternal y sumamente gentil…señorita, por favor, serìa Ud. tan amable de decirme porquè estaba en el monte con esos tipos?...señor, le dije, tal como le contè a su capitàn, soy estudiante universitaria, y decidì realizar mi tesis sobre la vida, pensamiento, y motivaciones de la guerrilla en America Latina...¡No me mienta!..sabemos perfectamente que en su paìs hay quienes apoyan económicamente a esta gentuza y que a travès de personas como Ud. les hacen llegar dinero….pero yò no se nada de eso, señor, ¡se lo juro..!...y por Dios santo, podrìa decirme donde està mi amiga…?.
Fuè como si mi respuesta le hubiera golpeado la cara…se volvió violentamente, y con su mano derecha me sujeto el cabello por detràs, tirando fuertemente, hasta dejar mi nuca clavada del respaldo de la silla de metal, mientras que con la otra rasgaba mi blusa desde el cuello, poniendo sus manos sobre mis senos…tu amiga, tu amiga…esa zorra està pasàndolo mejor que tu…!, se la encarguè a unos compañeros que son especialistas en atender mujerzuelas…
Tocaron a la puerta, pasando un soldado que apenas me mirò de soslayo y acercando su boca al oìdo del que me tenìa aùn sujeta, alcancè a escuchar que le dijo…Coronel…..
Me soltò empujàndome con fuerza, y fuì a dar con la silla y mi humanidad al piso, llorando a gritos…me diò una patada sobre las costillas y me dijo…las basuras tienen mucha suerte, aquì estan los de tu embajada preguntando por tì. Vas a ir con la sargento (se referìa a una mujer que acababa de entrar), te bañaràs y cambiaràs de ropa, comeras algo y te mantendrás bièn calladita. Si durante el tiempo que estès en mi paìs abres tu sucia boca, me dijo mientras ponìa su bota fuertemente apretada sobre mi cara que estaba contra el suelo, alguien…te lo prometo..àlguien que tu quieres, pagarà por ello…
Yò inmediatamente pensè en mi amiga, claro.
Al siguiente dìa salì en aviòn hacia mi tierra, callada, tan callada que no habìa abierto la boca ni cuando me pusieron al oìdo el telèfono para saludar a mi familia que lloraba desconsoladamente…
De mi amiga, no se ha vuelto a saber nada…ella jamàs llegò a la selva, ella seguramente se extraviò…ella...¡claro que no!, jamàs fuè detenida...ella no tenìa una familia con dinero que ejerciera presiòn ante las autoridades, ella... pasò a engrosar la lista de las mujeres desaparecidas de las cuales NUNCA volvemos a escuchar…
Las mujeres sin nombre
cuento de armida martìn
Llegamos de madrugada al campamento en plena selva, después de varias horas de caminar por senderos terribles, pues estos aùn salvajes lugares de Suramèrica no son precisamente caminitos para hacer camping. Nos dieron espacio en una de las varias tiendas, y nos acostamos a dormir. De pronto, una serie de estallidos, gritos y maldiciones, interrumpieron nuestro pesado sueño. Éramos solo dos mujeres en medio de un montòn de hombres armados que realmente querìan matarse. La llegada inesperada de los intrusos los tomò desprevenidos, por lo que cuando nuestra tienda se abriò violentamente y nos sacaron a rastras, alcancè a ver a travès del humo de las hogueras que habìan tratado de apagar, los cuerpos tendidos y sin vida de quienes nos habìan recibido hacìa unas horas.
Algùnos estaban vivos aùn. Lo supe cuando a mi compañera y a mi nos metieron a empujones en la tienda grande, justo en el momento que un soldado con un fuete en la mano, le daba varios golpes por la cara a uno de ellos que ya sangraba abundantemente.
Me tomaron del pelo, y me sentaron con fuerza en una silla..¿tu eres la mexicanita…no?. Vaya, y no estas tan mal…¿a que viene una muchacha como tu a este paìs…¿ a ayudar a criminales?...yo, totalmente confusa, sin saber quienes eran, apenas alcanzaba a coordinar, pensando velozmente en una respuesta que no enfureciera màs aùn al tipo aquèl…no... no...no...yò soy estudiante. Vengo por mi cuenta con el fin de documentarme para terminar mi tesis, referente a las motivaciones ideològicas y a las condiciones en que se desenvuelven los guerrilleros en este paìs…¡motivacioes ideològicas! dijo, rièndose estruendosamente, lo cual fuè coreado por los demàs compañeros que se estaban “encargando” de los otros sobrevivientes…Aquì no hay ideologías muchacha, aquì lo que hay son asesinos, invasores de territorios extranjeros…¡DELINCUENTES HIJOS DE PERRA, PUES!.
Yò, envalentonada por el miedo le dije…¿y Uds. que son?...o como puede explicar los muertos que estan afuera?...miràndome fijamente, fuè acercando su cara a la mìa, pero pocos centímetros antes de tocarla, me sonò una fuerte bofetada con la mano medio cerrada, que me dejò casi sin conocimiento, ya que alcanzò parte de mi sien….mientras me decìa…¡zorra asquerosa!...de ti me voy a encargar yò personalmente…
A mi amiga no la habìa visto durante todo este tiempo, aunque estaba segura que la habìan llevado hacia el fondo. De pronto y sin mas ni màs, aquèl barbajàn al que le decìan capitàn, ordenò a sus hombres que me llevaran a la tienda de donde me habìan sacado y que me esposaran a algo sòlido que encontraran...
Asi lo hicieron. Ademàs con las dos manos a la espalda , los pies atados por los tobillos, el ojo izquierdo casi cerrado y sangrando por la nariz... ¿a donde podrìa ir en medio de la selva y en plena noche?. Le pedì un poco de agua al soldado que me esposò, y para mi sorpresa, me diò a beber de su propia cantimplora. Logrè recostar mi cabeza que me dolìa terriblemente e intentè escuchar…se oìan como fuertes carcajadas algo lejanas, mezcladas con lo que a mi me parecieron gritos de mujer que me erizaron la piel. De pronto todo quedò en silencio.
Aunque parezca mentira, me quedè dormida. La caminata, el miedo y los acontecimientos de las ùltimas horas habìan menguada mi capacidad de resistencia y el cuerpo exigiò su cuota de descanso. De pronto, escuchè voces, màs bièn susurros, y en segundos el capitàn, armado de una botella y dos vasos, entrò con una sonrisa irònica en su rostro.
Oye niña…podemos ser amigos, disculpa mi reacciòn de antes, pero ya sabes como son estas cosas, uno recibe òrdenes y hay que cumplirlas…vamos a tomar un poquito de aguardiente que seguramente te harà bièn, y me vas diciendo la verdad del porquè tu estas aquì y tu relaciòn con estos terroristas… todo esto, mientras me extendìa una servilleta de papel. Limpia tu cara...si eres buena y amable conmigo, te doy mi palabra que saldràs ilesa de esta…Tu eres extranjera, y mi gobierno no quiere problemas con los vecinos, asi que de ti depende el que puedas irte por tu propio piè y con buena salud…Yò ya me habìa sentado en el camastro…y creo que tuve el valor, inconciente imagino, de lograr esbozar una sonrisa…El capitàn llamò al guardia de la puerta y le dijo, sàcale las esposas a la muchacha, lo cual hizo…Me sirvió un vaso de la bebida y me dijo ¡tòmatela toda!…pero yò no tomo señor…¡te la tomas…o te la tomas !…y me la acercaba a la boca con fuerza…y ahora habla…pero dime la verdad…
No habìa logrado aùn pensar en lo que podrìa responder al borracho capitàn, sabiendo como sabìa que para èl todo iba a ser mentira y que seguramente se me abalanzarìa encima, cuando llegaron haciendo ruido un nuevo grupo de hombres …de soldados…Escuchè como preguntaban por èl, que saliò apresuradamente, y le decìan... ahora mismo, en este momento hay que desalojar este lugar, porque un grupo grande de estos miserables viene hacia acà…
Volvieron a ponerme las esposas, y con algùnos de los que habìan sobrevivido y que no estaban heridos, me subieron a un jeep…le preguntè al soldado que me habìa dado agua…y mi amiga?...està en otro vehìculo, me respondiò secamente.
Llegamos sabrà Dios a donde, nos bajaron casi a rastras, y nos metieron en una especie de bodega, o galpòn grande, techado, nos ordenaron sentarnos en el suelo…No habìa dormido ni comido en las ultimas 24 horas y el ùnico lìquido que habìa pasado por mi garganta, habìa sido el agua que me diò el soldado.
Vinieron por mì, soltaron los amarres de mis tobillos y asi, esposada, me llevaron de nuevo para ser interrogada, pero esta vez el sujeto era diferente. Parecìa de màs rango, aunque yò de esto no se nada, pero mantenìa como un tipo distinto de autoridad. Me repitió la misma pregunta…en un tono casi paternal y sumamente gentil…señorita, por favor, serìa Ud. tan amable de decirme porquè estaba en el monte con esos tipos?...señor, le dije, tal como le contè a su capitàn, soy estudiante universitaria, y decidì realizar mi tesis sobre la vida, pensamiento, y motivaciones de la guerrilla en America Latina...¡No me mienta!..sabemos perfectamente que en su paìs hay quienes apoyan económicamente a esta gentuza y que a travès de personas como Ud. les hacen llegar dinero….pero yò no se nada de eso, señor, ¡se lo juro..!...y por Dios santo, podrìa decirme donde està mi amiga…?.
Fuè como si mi respuesta le hubiera golpeado la cara…se volvió violentamente, y con su mano derecha me sujeto el cabello por detràs, tirando fuertemente, hasta dejar mi nuca clavada del respaldo de la silla de metal, mientras que con la otra rasgaba mi blusa desde el cuello, poniendo sus manos sobre mis senos…tu amiga, tu amiga…esa zorra està pasàndolo mejor que tu…!, se la encarguè a unos compañeros que son especialistas en atender mujerzuelas…
Tocaron a la puerta, pasando un soldado que apenas me mirò de soslayo y acercando su boca al oìdo del que me tenìa aùn sujeta, alcancè a escuchar que le dijo…Coronel…..
Me soltò empujàndome con fuerza, y fuì a dar con la silla y mi humanidad al piso, llorando a gritos…me diò una patada sobre las costillas y me dijo…las basuras tienen mucha suerte, aquì estan los de tu embajada preguntando por tì. Vas a ir con la sargento (se referìa a una mujer que acababa de entrar), te bañaràs y cambiaràs de ropa, comeras algo y te mantendrás bièn calladita. Si durante el tiempo que estès en mi paìs abres tu sucia boca, me dijo mientras ponìa su bota fuertemente apretada sobre mi cara que estaba contra el suelo, alguien…te lo prometo..àlguien que tu quieres, pagarà por ello…
Yò inmediatamente pensè en mi amiga, claro.
Al siguiente dìa salì en aviòn hacia mi tierra, callada, tan callada que no habìa abierto la boca ni cuando me pusieron al oìdo el telèfono para saludar a mi familia que lloraba desconsoladamente…
De mi amiga, no se ha vuelto a saber nada…ella jamàs llegò a la selva, ella seguramente se extraviò…ella...¡claro que no!, jamàs fuè detenida...ella no tenìa una familia con dinero que ejerciera presiòn ante las autoridades, ella... pasò a engrosar la lista de las mujeres desaparecidas de las cuales NUNCA volvemos a escuchar…
LAS MUJERES SIN NOMBRE
ARMIDA MARTIN
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