La loca

Tomo su cara entre sus manos como preciado tesoro con ternura y amor inmenso, la miró a los ojos y le dijo:

--Regresare por ti; nos casaremos, será la ultima pesca que haga con esto completare para poner un negocito, empezar a construir nuestro jacal y tener hartos chamacos pa’ que nos despierten temprano dando guerra y reclamando la tragazón.

Ella se sonrojo en solo pensar en vivir con él para siempre era el sueño de su vida y ahí lo tenia prometiéndole matrimonio, pero a pesar de la promesa el corazón le decía que el mar no se lo devolvería, y lo abrazó como queriéndolo retener, pero la decisión ya se había tomado y solo vio como la mano de él dirigía un triste adiós como si fuera una paloma mensajera volando hacia un futuro incierto.

El barco partió y no hubo día desde aquel en que ella no lo fuera a esperar. Se sentaba en aquella roca y perdía su mirada en el horizonte buscando aquel barco que nunca volvió.

Luego acudía a esperarlo vestida de novia no quería perder un instante cuando regresara para entregársele de inmediato, pero la vida paso, el vestido se consumió gastado por el tiempo, las arrugas y los años comenzaron a quedarse en ella y perdió lo único que le quedaba; la razón.

Reía creyendo verlo, y abrazaba al fantasma de su figura que solo se dibujaba en su imaginación. Las lunas la encontraban cada noche sentada en la misma roca y un día se la llevaron al manicomio.

Se fugó del hospital y vagaba por la orilla del mar mientras quien la miraba reía juzgándola de loca sin saber que es mejor vivir en una locura así que muchas de las corduras que pregonamos.

Murió abrazando al fantasma del que nunca regresó pero que su imaginación le trajo tantas veces.