Mire, lo que hago yo, personalmente, es salirme de la situación y que mi cuerpo actúe solo. Acérquese más, que es muy íntimo lo que le digo, Estelita. Esta es la única salida que encuentro para salvar la relación con su marido. Si ya no funciona eso de imaginarse que está con otro, porque bien sabemos que a veces la panza obstruye la imaginación de forma radical y sin retorno, trate de enajenarse. Eso es lo que le digo, enajénese, Estelita, haga como yo. Piense en el fondo del mar, en el sabor del té, en su perfume favorito. Hacer yoga es fundamental para poder concentrarse en esto. Tiene que volar, volar bien lejos de su esposo. Va a ver que no es imposible y así va a salvarse del divorcio, que ni a usted ni a mí nos conviene. Nuestros lujos hay que pagarlos, Estelita, es así. Ay, nosotras acá quejándonos mientras estas pobres vacas son asesinadas sin piedad. Mire la foto en la revista, mire bien. El otro día compré un bife y me dio tanta pena que tuve que tirarlo. Y van todas juntitas al matadero, mi vida. ¿No les tapan los ojos, me dice? Qué horror, Estela, es un horror. Ellas sí deberían enajenarse. Un horror. Revelarse de alguna forma, ¿no le parece? Como un suicidio espiritual. |