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Aquí estoy, atemorizado, con la vela que me proporciona luz desde que misteriosamente la bombilla de mi cuarto se apagó tras tocar ese maldito trozo de plástico pegado en la pared… Cielos santo, qué diantres voy hacer… qué será de mi… no paro de decirme en voz alta que ya no soy un niño… soy un hombre, no debo temerle a nada! Y la vela se consume, la miro con tal impotencia por su autodestrucción, que parece llorar… pero no por ella, veo en su llama piedad por mí, ella intenta estar conmigo el más tiempo posible… pero ambos sabemos que no será una eternidad… desde el comienzo de nuestra relación lo supimos, al menos yo… ahora la miro, la observo… disfrutando cada minuto a su lado antes de que expire al fin… sus lagrimas de cera se ven endurecidas por el cruel destino que le aguarda … ambos conscientes de un final próximo, la abrazo… pero ella, sabia; me quema para no hacer de este momento un velorio… no es capaz de decirme ni la más mínima palabra, pero veo un su flama que las palabras sobran en este instante… cada vez que le susurro cuanto la quiero, ella se echa a tras, y veo su cuello quemado y su fuego casi expirado… entiendo que no quiere escuchar nada… simplemente mirarnos, estar ahí… eso es lo que ella quiere… eso es lo que queremos… ahora veo cuantas promesas no realizadas le hice… ahora que carezco de tiempo para llevarla a dar un paseo en barco por el Sena, ahora que están los mejores restaurantes de la ciudad cerrados, ahora me doy cuenta que todos esos viajes que habíamos organizado y pospusimos porque simplemente nos sobraba el tiempo… porque simplemente ambos desconocíamos un momento similar a éste… porque jamás presté atención cuando ella se apagaba, y no la volvía a encender en una temporada… lo veía normal! Pero ahora no lo veo así, es más… ahora casi no veo, y sé que sin ella no veré más… y no es precisamente el ser ciego lo que me preocupa…
Dios bendito, aun recuerdo el día que la encendí por primera vez… jeje llovía muchísimo, íbamos a salir… de repente un rayo hizo que se fuera la luz de casi toda la ciudad, comencé a temblar como si estuviésemos a 100 de grados bajo cero! Y… y allí estaba, mirándome, sin mediar palabra; se acostó en la cama, apartó una cajetilla de tabaco, y me dio una cajita de cerillas… y ahí, supe que no era por su físico impresionante por lo que ella estaba allí, sino que era por esos detalles… ella siempre supo mis temores… ella siempre lo supo todo.. en cambio yo, no fui más que un perfecto imbécil… tal un político, le hice promesas, que jamás cumplí… y es ahora que me doy cuenta de ello… pero sé que no entiende de perdones ni razones… sé que lo único que quiere es irse, quitar este sufrimiento…
Todavía recuerdo aquel enfado tonto, como todos los enfados claro… jaja; cuando fuimos a aquel restaurante, y el patoso del camarero, nos puso en la mesa dos impresionantes velas rojas… jaja su cara al verlas encendidas entre nosotros dos, fue todo un poema; yo me lo tome a broma, yo solo tenía ojos para ella; pero no le hizo ni puñetera gracia… esa misma noche en el coche le dije que dentro de unos años nos reiríamos de esa situación tan embarazosa… tampoco tenía tanta razón, ella no se está riendo… ella ya no piensa en nosotros, ahora mismo veo que ya no es aquella llama de siempre, veo que está reflexiva… veo que para ella casi no existo, entiendo que quiera estar consigo misma en este momento… me duele…pero lo entiendo… es su vida… yo no soy nada comparado a su vida… nada en absoluto…
Por fin consigo no pensar en nada, me convierto en esa cámara cinematográfica, que desde un punto de vista externo y objetivo observa la situación, no buscando una solución, porque llevo más de dos horas asumiéndolo, llorando, golpeándome la cabeza con mi mano izquierda y acariciándola con la derecha… pero sí grabando cada minuto en mi memoria… cada detalle, cada lágrima, cada soplo… cuando su hermosa cabeza tocaba ya fondo, junto a aquel mar de lágrimas ya fosilizadas… entonces mi estómago se hizo un puño… y fui incapaz de retener mis lágrimas, la miraba marcharse… se iba, y yo sentado en el sofá! Inmóvil! Inerte! Tal un cigarrillo mal apagado en ese cenicero de de mármol frío… mal muerto… su llama tocaba su fin, cada vez más menuda… hasta el punto de ser tan imperceptible que solo veía su perfecto cuello quemado… solo un punto, solo la extremidad más extrema de su cuello plasmaba vida, ese asentamiento donde ya no estaba la llama por la que perdí la cabeza en tantas ocasiones… solamente ahí se podía apreciar la luminiscencia de lo que algún día fue más que una relación, bien más que llama y no digamos, más que una vela… todavía salía de ese fulgor un precioso hilo de humo que baila con cada uno de mis suspiros… cuando al fin me percaté que ya no estaba… la oscuridad se cernía sobre mí… y yo seguía mirando ese montón de cera del que ya no sale luz, ni humo, ni calor, ni sentimientos siquiera… y la oscuridad es lo que menos me preocupa…



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Texto agregado el 05-12-2008, y leído por 93 visitantes. (1 voto)


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