Luciano con las valijas en sus manos llega a la sala, antes de alejarse me expresó sus buenos deseos. Para obviar mi sorpresa, permanecí indiferente. Agotado mí esfuerzo, la furia se desata en mí:- ¡ Ojalá que te mueras, no quiero verte más.!
Cierro mis párpados hinchados, para no ver la angustia de mí rostro reflejado en los cristales de mí ventana. Logro tragar mis lágrimas como puedo, nunca creí que se iría y no lo detuve porque me hizo saber que no aceptaba más discusiones con una niñita engreída y caprichosa. Eso me dolió, más que los celos tontos que yo me inventaba Tienes que regresar o moriré. Debo apróximar mis pasos a la vía del encuentro, decirte lo que siento ahora. Desconozco donde estás y tu rutina al salir de la empresa, el teléfono no responde, necesito pedirte perdón por las necedades que te dije por presunción, por herirte y eso que te amo, tu me conoces. Y tu me ofendías al decir que soy otra desde que caí en tus redes. Quizás sea así. Te espero a pesar que mí orgullo me amarra. Es una lucha entre mí amor y la soberbia. Tengo pánico que no vuelvas si te busco.
Los días transcurren lentos y mi soberbia se debilita.
Estoy con Licencia Médica en mí empleo, no puedo concentrarme, estoy mal. Contemplo la foto de Luciano y no se que siento, necesito tenerlo a mí lado. Mí vivir ha cambiado en el día lagrimeando y la noche con el recuerdo y el miedo de que no vuelva me impide dormir. Cansada hablo en voz alta en las sombras para mitigar la soledad. -Luciano regresa o te olvido, para que sufrir tanto. Oraciones sin fe. Luciano está presente, a través de las ventanas lo busco en las sombras, no es él ni es su moto, ni sus pasos en la vereda, ni la llave en la cerradura, mis dedos adoloridos de retorcerlos y un suspiro doloroso hiere la noche. Los dos estuvimos mal o más bien yo por mal críada, por llevada de mis ideas, crecí sintiéndome casi omnipotente
Al amanecer del vienes el teléfono me despertó de una pesadilla, no podía coger el auricular paralizada por el terror de lo desconocido y el asombro ante el extraño fulgor en fuccia y violeta que este desprendía Reacciono y lo atribuyo a mi falta de sueño y de alimentación. Levanto el auricular. Ni un ruido. Me cubro el rostro con la sábana y de lo profundo y lejano Luciano me llama, me nombra incansable. Amendrentada por la zozobra, brotándome la molestia que se meta en mis sueños. Y más aún, está tirando piedrecillas a mí balcón, como antes.
-No me levantaré, para que vea que no lo espero, menos a esta hora.
Todo es tan misterioso, no lo entiendo, siento el ruido metálico del llavero, pero ninguna puerta se abre. Sufro el pavor a lo desconocido.
Amanece y no puedo dormir, estoy agotada, el teléfono llama y me saca del sopor.
Es Any, la hermana de Luciano: ... que tengo que ser fuerte... el accidente... hicieron todo lo posible y que ella está desolada.
No puedo oir más, siento que voy a desmayarme. Reacciono, me levanto y golpeo mis manos en la mesa hasta hacer sangrar mis nudillos.
...y la moto quedó inscrustada debajo del camión.
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